El gobierno ha anunciado que pronto volveremos a una normalidad nueva lo que me alarma bastante. Volver a la normalidad, para mí, es volver a la forma de vida que teníamos antes de que se declarara la pandemia, pero si la salida de la pandemia es entrar en algo distinto, alguien ha tenido que decidir que ello sea así y lo ha decidido sin explicarlo, sin consultarnos.
Mucho me temo que a la vista del adormecimiento ciudadano que ha provocado el confinamiento, los que nos gobiernan parecen decididos a tomar nuevas medidas que irán en detrimento de nuestras libertades y nos aproximarán al sistema venezolano.
Los que mandan en el mundo tienen dos objetivos: la globalización, que ha funcionado con la pandemia, y el nuevo orden mundial (NOM).
Este nuevo orden mundial tiene como objetivo un mundo sin Dios, en el que las personas solo piensen en comer, beber, disfrutar del sexo irresponsable, drogarse, ver la tele y usar el móvil compulsivamente y contar con una renta básica otorgada por un inaccesible poder benefactor.
Por supuesto que no todos entrarán en ese nirvana, en ese mundo feliz que describió Aldous Huxley en su novela del mismo título y que Mr. Soros y sus secuaces ya han iniciado, pues seguirá habiendo personas de talento para hacer avanzar la ciencia, pero sus descubrimientos en el campo de la genética o en el del control de las personas, desgraciadamente se utilizarán para hacer cada vez más inexpugnable el nuevo orden mundial que se avecina, regido por una élite oculta de poderosos.
En este proceso ya se están utilizando las armas silenciosas para guerras tranquilas de las que habló Chomsky. Un arma silenciosa es la sistemática destrucción de la verdad histórica, mientras hablan y legislan sobre la memoria histórica.
Otra es la eliminación de la familia como transmisora de valores mediante la educación, sustituida por la instrucción decidida por el gobierno. (Los hijos no son de los padres como dijo la ministra Celaa)
Ya el comunista italiano Gramsci advirtió que para que triunfara la revolución había que tomar el control de las instituciones educativas, desde el jardín de infancia a la Universidad.
Recuerden aquella ley de educación para la ciudadanía que se utiliza para manipular la afectividad del niño e invitarle a descubrir o cambiar su propio sexo, la que facilita que vayan pseudo-profesores al colegio para hablar de feminismo y otras aberraciones.
Creo que es imprescindible tomar conciencia de todas las maquinaciones de esas sectas políticas que con “escuadra y compás” buscan nuestra ruina como personas, como familias y como nación.
Globalización y Nuevo Orden Mundial, comunistas y millonarios aliados para someternos, domesticarnos y ofrecernos una “normalidad nueva”. Desconfíen de todo y de todos. Ya estamos fichados, localizables y monitorizados por las fuerzas que se dicen del orden. Lo que digamos en cualquiera de las redes de comunicación llega de inmediato a los oídos de los que ya son “amos del mundo”.
La Unión Europea ya no es garantía de nada, como ha demostrado evitando entregar a Puigdemont o regateando la ayuda que pueda aportar a los que han perdido empresas y trabajadores por la pandemia. Las áreas sociales de este gobierno están en manos del Sr. Iglesias y sus cofrades. ¡Para fiarse de lo que hagan con las ayudas que reciban y con nuestros impuestos!
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