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Zozobras inesperadas

Para las experiencias personales no hay sustitutos válidos; para el posicionamiento colectivo tampoco
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 24 de abril de 2020, 09:42 h (CET)

En la vida diaria, sin haberlo buscado ni siquiera deseado, nos encontramos con lo inesperado, palabras, hechos, sensaciones, bajo formatos insólitos, con detalles chocantes; su aparición puede ser repentina o surgida bajo una lenta configuración subrepticia. Los grandes acontecimientos no son las sorpresas predominantes; abundan las desarrolladas en torno a los pequeños matices particulares. La importancia de sus efectos dependerá de cómo sean valorados por cada sector afectado. Cuando emergen estas realidades sorpresivas, su descripción cede protagonismo a la consideración de las repercusiones posteriores. La forma de afrontarlas está ligada y a la vez modela la personalidad de los implicados.

El transcurso de las experiencias diarias, desde las sencillas a las complejas, va en paralelo a ciertas dosis de MISTERIO, del cual viene a distraernos ese automatismo ligero de las actuaciones rutinarias. Pronto advertimos la profundidad de ese fondo desconocido, es un reto permanente propicio para la intranquilidad. Palpamos en el ambiente ese tanto de inseguridad desde los primeros contactos; de la incertidumbre superficial a las cuestiones de mayor calado.

Vendrían a recordarnos la conveniencia de un comedimiento adecuado ante los enigmas sin resolver y su significado de cara al futuro. Si bien, sólo con una mirada alrededor observamos como nos adsorbe lo inmediato, subidos en pedestales imaginarios.

Quién sabe si será por la rutina o por el carácter obsesivo adoptado en cuanto nos ronda una idea por la cabeza; en más de una ocasión pasamos de largo ante verdaderas maravillas situadas delante de nuestros ojos. Merece la pena un nuevo vistazo, aunque sea por Internet, a las pinturas de Vermeer; capta como nadie los rasgos intimistas y el valor de esas vivencias. O bien, las escenas elaboradas por Sorolla, aprovechando el protagonismo de la luz y la Naturaleza. El PRODIGIO de las sencillas experiencias habituales no se libra de misterios e incertidumbres; su puesta en valor fortalece la presencia de los humanos ante los eventos inesperados. Refuerzan la entereza para una respuesta satisfactoria.

Pues bien, en estas sobreviene una hecatombe, que siempre nos pilla un tanto desprevenidos, estábamos en las ocupaciones cotidianas; ya no es posible rehuir la confrontación, sea una pandemia, un tsunami o un accidente catastrófico. Nos atrapó, quedamos:

CUITADOS




Virus potente abusando del débil.


Debilidad de alas desaliñadas


Responde con mañas desafinadas,


De irremediable carácter servil.




Afronta los trágicos panoramas,


De tosca despedida inverosímil,


De los angustiados en el pretil,


Olvidados de las ciegas proclamas.




Queda por ver si ahora aprenderemos,


Cuitados en este trance difícil,


Con el imperativo de acogernos;




Empeñados en requiebro sutil,


Como apasionados y enrrabietados


Militantes de la sociedad frágil.

Los gramos de cerebro en buen uso salen ahora a relucir, en los momentos delicados entran en acción; los cuidados previos quedan reflejados en el funcionamiento de esa mentalidad en trances de peligrosas consecuencias. Será muy difícil improvisar sin contar con la carga previa de sensatez, disposición, facilidad de razonamiento, consideración hacia el resto de las personas y del mundo. Ese estado de ánimo se lleva muy adentro, expresado por el TALANTE de esa persona. Es como una directriz general susceptible de adaptación a los retos con alguna modificación, pero imposible de erradicar. En la práctica apreciamos variantes básicas a la hora de afrontar problemas, con virtudes y defectos.

Las circunstancias materiales derivadas del acontecimiento inesperado no serán homogéneas; el impacto modulará sus efectos según el sector implicado. En el mismo sentido, el ánimo de las personas pondrá en juego sus innumerables matices. En dicha confrontación de factores será habitual la GRADACIÓN de los resultados. Ante la importancia de los eventos, los individuos responden con sus peculiaridades. Unos colaboradores, solidarios y bien intencionados; junto a las hipocresías, extravagancias, indiferencias, corruptelas y verdaderas insidias, la mezcolanza es inevitable. La madurez o la soñada excelencia continuan en el ámbito de las aspiraciones, pendientes del esfuerzo necesario.

Sea por hábito o a través de los esfuerzos extraordinarios, llegan los moentos de la recapitulación, con los resultados esperados, con sorpresas, satisfacciones e indignaciones. Se da por supuesto un cierto cumplimiento aceptable de las responsabilidades personales, queda por comprobarlo; si se cumple se alcanzarán las soluciones asequibles con el beneplácito y la celebración general. Anora bien, el ANÁLISIS no puede ser ingenuo, porque correríamos el riesgo de validar contubernios solapados, las maldades adoptan sus enmascaramientos. La tergiversación de las participaciones, beneficiados entre el sufrimiento ajeno y caraduras; intentan dar por buenas actuaciones despreciables.

En el reto de estas experiencias inesperadas, siempre está presente una confrontación entre la memoria de lo que venimos siendo, las maneras de actuar y sus resultados; con la esperanza centrada en las buenas repercusiones derivadas de la sorpresa actual. Del mencionado contraste surge la PROYECCIÓN influenciada por los acontecimientos y la inevitable carga personal aportada. En esta tesitura abundan los factores implicados, será importante aplicar el buen filtro de la razón y el mejor entendimiento del papel comunitario. Porque no cabe duda, esa criba de cuanto se elabore no puede inactivarse en ningún momento; estamos expuestos a ejercicios de un dinamismo inusitado.

Para las experiencias personales no hay sustitutos válidos; para el posicionamiento colectivo tampoco. O bien se eligen actuaciones satisfactorias o se contribuye al empeoramiento existencial. Por eso conviene evitar las distracciones tan propias de la modernidad basadas en una ligereza autosuficiente; para mantener muy nítidas las opciones básicas como humanos. Llámense como quieran, IDEALES, MITOS o UTOPÍAS proyectivas; deben estar muy claras y bastan con unas pocas ideas, si son para todos o no, por ejemplo.

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