Un día como hoy de 1972, nos dejaba Clara Campoamor en Lausanne. ¿Qué diría hoy, si pudiera oír a esta Derecha sucesora de Gil Robles, Calvo Sotelo y Onésimo Redondo, que son más carroñeros que aquéllos, al estar haciendo sangre y culpando a la manifestación feminista del pasado 8 de marzo, como causante de la propagación del Coronavirus en Madrid?
Creo que, con toda la educación que caracterizaba a Campoamor, respetada por todos y reseñada por Salvador Cánovas Cervantes, director del periódico La Tribuna, contestaría a sus señorías como se merecen.
¿Acaso no estaba ya presente en la larga fila del Cristo de Medinaceli? ¿Estuvieron allí la Familia Real, Díaz Ayuso y Martínez Almeida? ¿No ha habido alguien que fue a Milán, ya en plena pandemia, y después se fue a vociferar a Vistalegre?
Parece que la COVID 19 es un virus de Perroflautas, - que incluso la RAE ha tenido que incluir el término-, y sólo éstos son los que sufrimos y transmitimos el bichito... ¡Y dos huevos duros, que dijeran en Una noche en la Ópera!
No es sólo en Madrid donde los cerebros se deshacen. Cataluña no le va a la zaga, escuchar a Torra y sus acólitos que «si el virus fuera de Banyolas, - como el famoso bosquimano exhibido en el Museo Darder-, nos sería muy beneficioso para la economía catalana y llegaríamos a, ser independientes, financiando incluso al mesías de Waterloo, Carlitos Puigdemont, Flequillo de Oro del Ampurda».
Mi homenaje a Clara Campoamor, gran mujer, que, espero, disculpe mi ironía, sarcasmo y mala baba.
Autor Pedro Mayor Calvo, Administrador de IRE (Iniciativa Republicana Española)
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