"Nos ha cambiado la vida a nivel personal, familiar y profesional. Ves que es una enfermedad que, aunque la mayor parte de los ingresados se sitúa por encima de los 55-60 años, también hay gente joven, lo que se traduce en una vulnerabilidad importantísima. Cualquiera puede estar ahí. Piensas que eres muy vulnerable".
Así lo reconoce a Infosalus la doctora María Ángeles Ballesteros, miembro de la Sociedad Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC), quien lamenta que "hay días muy duros", donde es necesario recolocar el corazón y saber que es lo que hay. "Yo creo que muchos todavía no nos hemos parado a pensar. Habrá que hacer examen de conciencia y ver de qué manera todo esto nos va a pasar factura", subraya la especialista.
Entre los aspectos positivos a nivel emocional que está sacando a la luz esta crisis sanitaria, la doctora Ballesteros destaca el compañerismo que está surgiendo entre todos los profesionales, así como el compromiso ciudadano y sus aplausos de todas las tardes a las 20 horas que, según afirma, "se agradecen enormemente".
Y es que, según llama la atención Olga Bosch, psicóloga de l'EAPS de Cruz Roja Granollers (Barcelona), que está ayudando estos días tanto a profesional sanitario como a pacientes de COVID-19, los sanitarios se enfrentan a mucha incertidumbre y sentimiento de indefensión, así como a un fuerte impacto emocional, ante la situación de crisis sanitaria, ante una evolución imprevisible de la enfermedad, la gravedad de algunos enfermos, o bien el miedo al contagio propio, a otros pacientes, así como a los seres queridos.
La forma de afrontar la crisis ha evolucionado a lo largo de las semanas, considera también la psicóloga de la Cruz Roja, y al principio no se estaba lo suficientemente preparado, ni organizado, no sólo por la falta de material, sino también por la dificultad de abordar de forma coordinada entre toda la red de recursos la situación, y siguiendo unos criterios de actuación reflexionados y consensuados.
"Las decisiones límite se han intentado tomar teniendo en cuenta criterios éticos, si bien es verdad que nunca son fáciles. Aún así, decisiones de este tipo pueden generar mucha impotencia y malestar si fallece la persona", advierte Bosch.
Por su parte, la neumóloga y coordinadora del área de ventilación y sueño de la SEPAR, la doctora Olga Mediano, mantiene que una de las peores cosas a nivel emocional de esta pandemia es que los pacientes están muriendo solos, y sus familias sin poder acompañarles ni despedirles. Coincide también en que aún la mayor parte de los profesionales no se han parado a pensar en las consecuencias de esta pandemia.
Dice que hay compañeros suyos que han preferido aislarse de sus familiares para no contagiarles, mientras que otros vuelven al hogar, como es su caso, dado que es madre de familia numerosa, pese al miedo al contagio, y aunque en casa esté prácticamente desaparecida porque sigue trabajando y estudiando.
"Estás más tiempo fuera de casa, se hacen muchos turnos. El trabajo es muy intenso y, aunque seas médico, nunca te acostumbras a que muera gente, y mucho menos personas que consideras que no deberían morir tan pronto. Nos ponemos una coraza porque debemos seguir trabajando, pero no porque no nos esté afectando. Cuando paremos no sé cómo nos vamos a rehacer", subraya la doctora Mediano.
Desde el Hospital Universitario Príncipe de Asturias (Alcalá de Henares, Madrid), la jefa del servicio de Psiquiatría la doctora Ana Moreno subraya que las emociones que han ido apareciendo en los profesionales son "normales", porque son las que surgen "en circunstancias muy anormales", como es esta pandemia de COVID-19.
Así, considera que son múltiples los factores que hacen que esta situación sea "altamente estresante" para el profesional sanitario: Desde el desbordamiento de la demanda asistencial, al riesgo de infección, al temor a contagiar a familiares y amigos, a la falta de equipos de proteccioón o la incomodidad de los mismos; así como la necesidad de proporcionar cuidados, apoyo y atención sanitaria en esta situación de alta incertidumbre y desbordamiento.
El alto estrés en la atención directa; el acompañar o el ser testigos del desconsuelo de las familias que no pueden despedirse de sus familias, y no pueden realizar los ritos que facilitan la aceptacón de la pérdida; así como los dilemas éticos y morales a los que se enfrentan en una situación de escasez de recursos son otros de los factores. Por otra parte, la psiquiatra afirma que el desbordamiento de la demanda ha obligado a reubicar al personal sanitario que se enfrenta también a la sensación de no ser diestros en la materia en la que están trabajando.
"Es frecuente, por ejemplo, experimentar incredulidad, miedo, impotencia, frustración, culpa, irritabilidad, tristeza, o cierta anestesia emocional. A nivel cognitivo, puede aparecer confusión, dificultades de concentración, dudas, fatiga por compasión, sensación de irrealidad. Estas emociones y cogniciones tienen un correlato físico, como agotamiento, taquicardia, cefalea, contracturas, y también un correlato conductual, como hiperactividad, aislamiento, hablar mucho o nada, o dificultad para el autociudado", agrega.
A juicio de la doctora Moreno, estas reacciones que están surgiendo entre el profesional sanitario estos días son las que cabe esperar en una situación tan compleja. "Las emociones son disposiciones a la acción, nos preparan para afrontar el peligro, la amenaza. De hecho, ésa es la función que tiene el sistema general de alarma que tenemos las personas: nos prepara para afrontar la situación en la que estamos", añade la psiquiatra del Príncipe de Asturias.
Eso sí, advierte de que si se mantiene en el tiempo o se sobrepasa la capacidad de afrontamiento, esto puede interferir con la actividad, y provocar síntomas en el profesional. "Cuando estas emociones se mantienen dentro de una ventana de tolerancia ayudan al profesional a mantener la tensión necesaria en el trabajo", según aclara.
El profesional, que está acostumbrado a trabajar bajo presión, puede sentirse confundido ante la aparición de emociones intensas, o pensar que está fallando, según indica. Se trata entonces, según defiende, de validar y normalizar las emociones que está sintiendo, ayudarle a mantenerlas dentro de esta ventana de tolerancia que hemos denominado, ayudarle a cuidarse, a detectar precozmente posibles alteraciones psicológicas que surjan, así como evitar, en la medida de lo posible, que evolucione hacia un trastorno.
Finalmente, la psicóloga Olga Bosch mantiene que, lo más deseable dentro de este escenario de impacto emocional en el profesional sanitario es que estos puedan reflexionar sobre lo vivido e integrarlo, con el apoyo de su equipo e institución a la que pertenecen.
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