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​Perplejidad

​En el ámbito de la política es esencial saber controlar las emociones y los sentimientos y esto es aplicable tanto a los políticos como a los ciudadanos
José Manuel López García
martes, 26 de mayo de 2020, 08:54 h (CET)

En el libro Política para perplejos el catedrático de Filosofía Política Daniel Innerarity expone y analiza los numerosos interrogantes que forman parte de la realidad cotidiana. Y esto sucede porque el horizonte de lo que puede ocurrir es tan inmensamente extenso, que no se puede disponer de cálculos sobre las sendas que va a seguir la sociedad en el futuro.
Todo es incierto. No hay nada que se pueda predecir con una cierta aproximación plausible.

Aunque la primera edición del libro es de marzo de 2018 sus páginas tratan de temas y asuntos que, con las variaciones adecuadas, están plenamente vigentes en este año 2020.

Perplejidad es la irresolución, confusión o duda acerca de lo que se debe hacer en algo. Una de las cuestiones que trata el autor del libro es la gestión de la ignorancia o, dicho de otro modo, la forma de tomar decisiones sabiendo que no se puede conocer en su totalidad el conjunto de elementos y aspectos a considerar a la hora de decidirse. Es una condición de la vida misma que no debemos ignorar o pasar por alto.

En este sentido, ya en la parte primera de la obra nos dice Innerarity que: «Tampoco sabemos muy bien en qué consiste cambiar el mundo ni si somos quienes, en el mejor de los casos, lo cambiamos o si es el mundo el que nos cambia imperceptiblemente». A mi juicio, es el fluir del tiempo lo que nos cambia a todos y al mundo también de una manera inexorable. Con el paso de los años todo se transforma. No cabe duda de que estamos asistiendo a un aumento del azar y la injusticia en la sociedad, porque la masificación en todos los ámbitos propicia que muchas situaciones no se resuelvan satisfactoriamente.

Se entiende perfectamente que Daniel Innerarity escriba: «¿Cómo hacer previsiones cuando no estamos en entornos de normalidad y nada se repite?». Y esto se ha acentuado con la pandemia que en estos meses estamos sufriendo y de la que parece que se va saliendo. Parece obligado pensar en la redistribución de lo riqueza de los Estados, ya que se producen desigualdades crecientes desde una perspectiva económica.

La innovación tecnológica debe estar al servicio del bienestar, puesto que, si esto no se produce, el futuro aumentará todavía más las desigualdades económicas y la injusticia social no desaparecerá.

Indiscutiblemente, se echa de menos en algunos ambientes la capacidad para centrarse en lo objetivo y en la verdad de los hechos. Estos no deben ser manipulados como ya afirmaba también Hannah Arendt.

Vivimos en una cultura de lo visual, pero eso no significa que las argumentaciones pierdan valor ya que, al contrario, son más decisivas aún que hace siglos. La función crítica de la filosofía es absolutamente necesaria ante los acontecimientos que está viviendo la gente en todo el mundo. Es lógico que un pensador de la talla de Chomsky se refiera en sus análisis críticos ciertas élites que «quieren que no reflexionéis sobre lo que verdaderamente pasa».

Ciertamente, en relación con la revolución de los datos o del big data Innerarity se muestra cauto y receloso, porque se da perfecta cuenta de los peligros de la falta de teoría que sustente o apoye la interpretación de los mismos. La objetividad en el manejo de los indicadores no siempre es lograda de una manera total. Y esto produce inexactitudes y valoraciones sesgadas e incorrectas.

Conviene poner de relieve que aunque los datos siempre son importantes y poseen un significado interpretable, también es evidente que los análisis cualitativos de la sociedad son fundamentales para poder entender en profundidad los cambios sociales y las cuestiones relativas a los grupos existentes en la sociedad. Por otra parte, también es cierto que la cuantificación es útil para reducir la confusión y el caos de la excesiva información existente diariamente a través de fuentes y medios muy diversos.

En el ámbito de la política es esencial saber controlar las emociones y los sentimientos y esto es aplicable tanto a los políticos como a los ciudadanos. Ya que como escribe Innerarity «El desconcierto político tiene más que ver con la incapacidad de reconocer y gestionar nuestra pasiones que con el orden de los conocimientos». Los modos de vida ya hace unos años que están cambiando. A partir de este año 2020 los cambios van a ser de mayor profundidad todavía. Y esto mismo también va a afectar a la política en todos los aspectos.

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