Elmore John Leonard (Nueva Orleans, 11 de octubre de 1925 - Detroit, 20 de agosto de 2013) fue un escritor y guionista estadounidense que rompió moldes y estilos en su fructífera y larga etapa en el espacio de la novela negra. Recordarlo en este nefasto verano cargado de virus y mentiras, cuando se acerca la fecha de su muerte, es justo para los buenos amantes del género. Fue de los grandes sin ningún asomo de dudas. Sus historias corrieron como la pólvora de sus revólveres. Todo un pulso literario hasta convertirlo en uno de las primeras plumas del género.
Su inicio como novelista, allá en los años cincuenta, fueron novelas del oeste. Etapa que le sirvió de práctica y experiencia literaria corta para saltar al mundo envolvente de la novela policíaca. En ella encontró su verdadero espacio literario. Escribiendo desde entonces importantes títulos como El Día de Hitler, Perros callejeros, Taylan, Un tipo implacable, etc, muchos de los cuales han sido adaptados al cine convirtiéndose en exitosas películas con directores tan dispares como John Sturges, Quentin Tarantino o Steven Soderbergh, entre otros. En algunos casos el proceso fue a la inversa: escribiendo novelas a partir de guiones originales o tratamientos para guiones cinematográficos.
Posiblemente lo más embriagador de la narrativa de Elmore Leonard sea la intimidad de los personajes. Ese ambiente y entorno capaz de enganchar al más indolente o frío lector. Siempre apoyada en el panorama más variado y sorpresivo. Mezcla entre personas y paisaje, víctimas de la brutalidad y el desatino de uno perdedores convencidos, que pese a todo saben valorar las circunstancias e intimidades de otros. Lo que exige una lectura tranquila pese al ritmo y acción de todas sus novelas.
En Persecución mortal -traducción de Catalina Martínez Muñoz- nos encontramos con una inocente pareja. Wayne, un hombre fuerte capaz de con una llave inglesa en las manos, hacer temblar las columnas de Hércules y Carmen. Son el matrimonio Colson, complaciente y cariñoso. Se encuentran por azar en un lugar equivocado. Ambos esperan lograr un acuerdo puramente laboral con la agencia inmobiliaria en una pequeña ciudad en él estado Michigan. Sin pretenderlo se convierten en involuntarios y molestos testigos de una extorsión por dos matones profesionales. Armand Degas y Richie Nix, un indio canadiense y un macarra impulsivo, que sin imaginarlo los internará por un laberinto alucinante. Importunados por estos tipos ligeros de gatillo, obliga a Wayne a demostrarles que sintiéndolo mucho y con lo enamorado que está de su mujercita no le amenaza nadie. De manera que les demuestra la capacidad de convencimiento que puede tener el manejo de una llave inglesa de buen tamaño en sus manos cuando está poseído por el enfado. La policía les advierte que han tenido mala suerte y que ellos no pueden hacer mucho aunque conocen a los matones. Tipos que por cierto tienen un ensangrentado currículo en los archivos policiales. Lo que además de peligroso significa para la pareja algo más que mala suerte. Aquí empezará la pesadilla sometida a persecución, sin tregua entre la lucha por la vida y la ira a muerte. Impresionante la sucesión de los hechos narrados con una maestría que nos recuerda el mejor. Hemingway en sus relatos sobre el mundo del hampa.
Del libro inédito Crónicas de la novela negra.
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