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Selectividad

La selectividad es una especie de purgatorio que han de pasar los estudiantes para acceder a la gloria universitaria
Manuel Montes Cleries
lunes, 29 de junio de 2020, 08:50 h (CET)

Este proceso selectivo ha pasado por diversas alternativas a lo largo de los muchos años de mi vida. El primero que recuerdo se remonta a los años cincuenta. Se trataba del curso preuniversitario. La elección de la carrera a estudiar posteriormente, se vinculaba a las posibilidades económicas de la familia del estudiante. Los que pertenecían a la clase media se tenían que conformar con los estudios superiores que se impartían en Málaga: Magisterio, Peritaje Industrial, Profesorado Mercantil o Graduado Social. Los que gozaban de más posibles, se matriculaban en Granada (la mayoría); en Sevilla o en Madrid.


Le siguieron un montón de alternativas en función del capricho del ministro de turno que desembocaron en la actual selectividad. Una prueba que está totalmente en contra de la vocación de los estudiantes, que salvo que sean unos superdotados, tienen que optar por las carreras que la suerte o la estadística les permitan. El aprobado está al alcance de la mayoría, pero las notas de corte hacen repetir esta prueba a aquellos que deseen aspirar a carreras con menos plazas.

Hay otra opción. Matricularse en universidades privadas para recibir los estudios que les gusten. Eso es muy caro. No está al alcance de la mayoría. Así que la gran mayoría, optan por seguir los estudios universitarios en la pública; son bastante caros, pero se pueden sobrellevar. Yo he podido.

Hoy quiero hace protagonista de mi buena noticia, a las pruebas de selectividad. A lo largo de la pasada etapa de confinamiento, por mor de la pandemia, dábamos poco por el buen fin de las mismas. Finalmente miles de estudiantes españoles, entre ellos dos nietos míos, se están enfrentado con unas pruebas que han preparado concienzudamente aclo largo de sus trece o catorce años de estudios previos.

Del examen de selectividad los alumnos suelen salir muy contentos. Después, a esperar con pánico las listas que recogen sus calificaciones. Venían bastante preparados del bachillerato, pero este examen, ay, este examen, puede ser definitivo en el planteamiento del resto de su vida.

Mi buena noticia de hoy es la presencia de esta juventud que se enfrenta a la selectividad para acceder masivamente a los estudios universitarios. Dentro de seis o siete años formaran ese grupo de profesionales que nos sacaran de esta crisis en que nos ha metido el maldito bicho.

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Transcurren días de confusión, o así me lo parece, inmerso en la actual vorágine de dichos y hechos en la que se percibe, aunque pueda parecer lo contrario, un predominio del olvido sobre la memoria, pues se superponen pequeños y grandes olvidos (la magnitud, en cada caso, queda a cargo de cada cual). Pienso, en relación con ello, acerca de lo esencial y de lo accesorio. No es fácil discernir entre uno y otro.

Quizá haya sido siempre así, aunque ahora se note mayormente; de cualquier manera, si nos ponemos a observar cómo nos relacionamos, el desapego, la crispación e incluso el enfrentamiento, cobran un rango predominante e inquietante.

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre una realidad que nos atraviesa a todos, pero no por igual: en el mundo contemporáneo, los mercados ocupan un lugar central en nuestras vidas, en tanto que no sólo determinan lo que compramos o vendemos, sino que también influyen en áreas fundamentales como la educación, la salud, la justicia e incluso las relaciones humanas.

 
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