Todo abierto y funcionando con normalidad dentro de las medidas de seguridad. Bien es verdad que suele haber incómodas colas en bancos y supermercados. Hemos hecho caso al Ministerio de Sanidad, y lo hemos hecho sin rechistar, pero parece que nos estamos desmadrando en las últimas semanas. Visto cómo siguen aflorando contagios, tal vez no lleguemos a septiembre sin tener que confinarnos por zonas, poblaciones o áreas de salud. Me gustaría equivocarme. Al tiempo.
Las medidas adoptadas están llenas de contradicciones. Fíjense ustedes: los bares se llenan; en las playas no se respeta la mal llamada distancia social; los aviones se llenan y los trenes también, lo mismo que los autobuses. A ello hay que añadir: bodas, banquetes de todo tipo, cines, centros comerciales... En el País Vasco y Navarra no han faltado celebraciones multitudinarias. Y en la ciudad del Pisuerga ni siquiera el alcalde socialista se ha atrevido a anunciar que se suspenden las Ferias y Fiestas de San Mateo, en septiembre. Con la que está cayendo, no hay duda de que algunos asnos siguen andando aunque se acabe la linde.
Mientras tenemos aglomeraciones en muchos lugares, comprobamos que lo importante está cerrado al público: los ayuntamientos no dan servicio ordinario porque gran parte de los funcionarios trabajan desde su casa; el INEM y todos sus sucedáneos no dan servicio presencial porque los funcionarios hacen teletrabajo; el SEPE ha estado a medio rendimiento porque sus trabajadores estaban a puerta cerrada y, ni con eso, han conseguido que los trabajadores pudieran cobrar, debiendo empeñarse algunos y pidiendo microcréditos, otros; las Administraciones han estado cerradas y muchas de ellas siguen con sus funcionarios en casa, si bien dicen que teletrabajando; los médicos han suspendido citas y pruebas con los pacientes aunque han estos sí han estado al pie del cañón con la covid-19...
¿No es incoherente se mire por donde se mire? Lo es, sin duda. Con ello no se está poniendo en duda que el personal trabaje más o menos, como tampoco se pone en duda la profesionalidad de nadie. Tan solo pregunta la ciudadanía por qué las instituciones no están abiertas al público en momentos en que deberían estarlo por ser de primera necesidad su actividad. ¿Acaso en una institución se puede contagiar uno con más facilidad que en un bar, supermercado, playa, entidad bancaria, cine o piscina?
Se le revuelven a uno las entrañas cuando oye hablar de la “nueva normalidad”. ¿Es ésta la nueva normalidad de la que habla el ineficaz Gobierno? Es una tomadura de pelo con todas las de la ley. Se está riendo de la población, cuando ésta es lo que menos interesa a los políticos. De repente se han asustado con la situación económica y quieren hacernos ver que ya está en marcha o algo así. Ni que fuera como un interruptor de la luz que se apaga o enciende según antojo. Ya verán cómo no tardan en salir a los medios, con foto incluida, diciendo que se va a crear una comisión o un grupo de trabajo sobre Políticas Sociales para la Reconstrucción Social y Económica de España.
No sé qué pensaría el Gobierno de la nación cuando decidió encerrar a todos en un claro "arresto domiciliario", en vez de hacer test a todos y confinar únicamente a los infectados. ¡Ah, que no había test para todos! Claro, ni mascarillas ni guantes ni EPIs ni batas, ni... ni... Resulta que creíamos que teníamos el mejor sistema sanitario y nos las han dado todas del mismo lado. ¡Pregunten, pregunten a los mayores que puedan responder porque cerca de 50.000 personas mayores (Veintisiete mil, según el descontrolado Gobierno que carece de datos fiables) no pueden hacerlo, por desgracia!
Hoy leía un comentario en las redes donde se decía: "En este país hay que ser político o funcionario de Administraciones Públicas (los médicos, policías, barrenderos y un largo etcétera públicos también curran como benditos). Pero, obviamente, que estén cerrados los que mejor viven con la cantidad de papeleo que tiene que hacer mucha gente para poder comer, pues es una puta vergüenza...." Incluso nuestro "denunciante" iba más lejos aún: "Y ellos luchando por su jornada de 35 horas semanales mientras los demás sin horario o pidiendo hacer horas extras para llegar mejor a fin de mes". Muy digno el planteamiento, y respetable, no como hace el portavoz de Unidas Podemos.
Pero se le caía el sombrajo a nuestro "denunciante" cuando acababa diciendo que "...si yo fuese de esos funcionarios haría lo mismo porque el ser humano es como es y solo mira por lo suyo..."
No tengo duda de que toda la población debe manejar los medios telemáticos, pero la realidad es que no los maneja. Eso no se ha tenido en cuenta. Por eso la planificación del SEPE deja mucho que desear porque gran parte de la ciudadanía precisa hacerlo de forma presencial. Es como suponer que los arquitectos pueden hacer las construcciones por correo electrónico ya que todos sabemos hacer una casita, un chalé o un bloque de viviendas. ¡Ah, que no es lo mismo! Pues para mucha gente como si lo fuera. ¿Entienden ahora por qué decía antes que el propio Gobierno central y las comunidades autónomas se mofan de la ciudadanía? No dudo de que han de proteger su salud y... ¿la de los demás?
Nuestro denunciante, con más razón que un santo seguía exponiendo: "(...) Pero igual que su salud, también la de los demás, porque esos mismos funcionarios que piden su salud no se dan cuenta que otras personas exponen la suya para que ellos puedan ir a comprar al supermercado y que no les falte de comer, sanitarios por si se ponen 'malitos', bares para que se tomen sus cañitas y un largo etcétera... En resumen, ellos mirando por sus derechos, pero los demás a currar para que a ellos no les cambie la vida".
Al finalizar el artículo me acuerdo de la fábula de Esopo, con sus alforjas de derechos y deberes. Bien podríamos decir que cada uno ve sus derechos porque van en la alforja delantera, pero no ve sus deberes/obligaciones porque van en la espalda, en tanto que quien va detrás sí ve los deberes u obligaciones del que va delante, pero no suele ver los derechos. Ahí lo dejo, sabiendo que es una reflexión que dará lugar a otros planteamientos, según la alforja que vea cada uno.
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