Comentábamos hace unos días que el PNV ha pedido al Gobierno de la nación que no se acerque a él si no lleva nueces en el bolsillo, en alusión a que no quiere saber nada de presupuestos si antes no cumple Pedro Sánchez con los compromisos contraídos. La periferia nacionalista e independentista funciona por dinero, a las claras o bajo cuerda, pero siempre con dinero por medio. Nunca han entendido la igualdad como una forma de generar riqueza, al igual que no han entendido que la unión hace la fuerza, siempre que esa sea dirigida por una cabeza equilibrada o responsable que, dicho sea de paso, no es el caso del Gobierno “sanchinflas”.
Alguna comunidad no entiende eso del café para todos; hay algunas que lo quieren en taza más grande y, si puede ser en tazón, aún mejor, pero solo ellos porque se sienten “históricos”. ¿Se puede ser más ‘analfaburro’? Europa ya se ha hartado de repetírselo a España, pero ésta se queda mirando al tendido y silbando a la farola. Por eso puede haber sorpresas no tardando; en el ámbito fiscal, España es un país muy desequilibrado, injusto e insolidario (Más de 200.000M € han abandonado el Ibex35 desde que anunciaron el impuesto a los ricos). En pleno siglo XXI no se entienden antiguos pactos que huelen a naftalina y que solo sirven para quien se beneficia de ellos. Me estoy refiriendo al cupo vasco y otros abusos por el estilo como el diferente tratamiento de la fiscalidad.
Como el gobierno de las provincias vascongadas no se cansa de pedir nueces y, a ser posible, exige que se las den cascadas, pues Torra –el todavía presidente catalán por obra y desgracia de la lentitud judicial—abre la boca y lo mismo le da pedir treinta que trescientas. Sirva como ejemplo la bufonada de hace unos días donde exigía al presidente Sánchez 30.000M € de esos supuestos 140.000M que iba a recibir España en los próximos años.
Por cierto, la UE ya ha rebajado 30.000M del montante inicial porque Sánchez no ha cumplido con ninguno de los compromisos contraídos y ha informado de cifras erróneas. Lo primero son las vacaciones: ni España ni los españoles le importan. Entre ególatras, políticos de salón y chulos de palmatoria el país va amontonando carcoma. El paro nos aplasta y la destrucción de empleo nos pone en situación de pañis de pandereta. Y de cifras económicas mejor no hablar…
Contentos tiene Pedro Sánchez a Mark Rutte, a Sanna Marin y a Úrsula von der Leyen con sus caprichos de “chulo de barrio sin asfaltar”. En fin, éramos pocos….y la abuela compró bicicleta nueva. Ya decía Simón Bolívar que “Nada es peor en política que dejar de cumplir lo que se ha mandado. Esta debilidad causa el desprecio y hace inútiles las medidas posteriores”. Y aunque les cueste creerlo, amigos lectores, esto es lo que se ha granjeado el “vacacional”, Pedro Sánchez. Es previsible que la macromanifestación del 12 de septiembre marque un antes y un después en España, a poco que se impliquen los políticos de la oposición; hasta ahora se han limitado a los fuegos de artificio que no dan más sí.
El pedigüeño por excelencia, Quim Torra, solo ve por los cristales del dinero. No tiene otro tipo de lentes. Es el prototipo de la insolidaridad nacional, con el agravante de la “enfermedad” independentista, trufada de republicanismo inexistente y de contracultural adoctrinamiento. Llega hasta el abusivo uso del sectario Estatuto de Autonomía catalán. Y es que lo de las asunción de competencias penitenciarias por parte de la comunidad catalana –nunca país ni nación y, mucho menos, Estado— es para miccionar y no echar ni gota.
Siempre pensé que en un Estado como el nuestro, el café era para todos y de todos. No estaría de más que algún día Cataluña pagara la deuda contraída con el Estado pues la ha aumentado un 36% en la era Puigdemont-Torra. Al cierre del tercer trimestre de 2019, la deuda total contraída por Cataluña suponía 78.600 millones de euros y subiendo, de los que 59.212 millones eran dinero recibido del Fondo de Financiación. Dudo mucho que algún día quiera pagar Cataluña a España la fuerte deuda contraída y malgastada. Vulgar latrocinio consentido y pactado. Ya decía Unamuno que “No es raro encontrarse con ladrones que predican contra el robo para que los demás no les hagan la competencia”.
Nunca una comunidad autónoma se había gestionado de peor manera ni había empleado políticas económicas de peor calidad y sostenimiento: empezando por las falsas embajadas y acabando por las ingentes cantidades guardadas a traición en la Caja de Resistencia independentista. Algún día saldrá a la luz el truculento “Cataluña roba a España y engaña a Europa”. Ahora que, como las investigaciones y sanciones sean como las del 3%, mejor sentarse en el quicio de la puerta y esperar a la segunda supresión histórica de los Mossos d’Esquadra.
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