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​“En las redes de Narciso”: cuento inspirado en los amores cibernéticos

Carlos Javier Jarquín
miércoles, 2 de septiembre de 2020, 09:29 h (CET)

En este nuevo milenio, el amor de pareja se manifiesta y se vive de otra manera; es inestable. Hablo de los amores cibernéticos. Son muchos los que se han enamorado a través de Internet, pero pocos han tenido éxito. He conocido numerosas historias de mujeres y hombres que han vivido desencantos de infarto. Si en la vida real hay matrimonios o uniones libres que viven de apariencias, en el ciberespacio esto se multiplica. Si te vas a enamorar de alguien que conociste en la red, puede ser peligroso.

Para finales de mayo del presente año, recibí vía e-mail un hermoso cuento titulado “En las redes de Narciso” de la escritora, profesora y poeta puertorriqueña Tania Anaid Ramos González, Azula. Me sorprendió tanto el título, que lo leí inmediatamente. El cuento plantea una gran realidad vivida por millones de personas en el mundo, en especial, quienes dicen ser novio o pareja de un desconocido.

Los protagonistas de este relato son Narciso y Rocío. Él es un intelectual jubilado que vive enamorando mujeres por las distintas redes sociales; ella, una mujer bellísima e intelectual.

Constantemente, mantenían charlas amenas a través de llamadas. El cuento inicia describiéndolo y cito: “Era filósofo, psicólogo, activista, militante político, poeta, pintor, músico, profesor jubilado y mujeriego...”. Él era un magíster de la seducción y aplicaba su conocimiento para conquistar virtualmente a mujeres de distintos países, por ejemplo: “su voz, llena de matices angelicales, portaba una dulzura sospechosa. A muchas se les hacía difícil no ser imantadas por él. Rocío, en principio, no fue la excepción, pues quedó cegada y lo eligió entre muchos, abocada a un vacío que él reconocía a leguas y aprovechó para colmar”.

En las redes sociales, existen hombres y mujeres que utilizan el arte y la religión para hacer sus fechorías. Hay quienes son crédulos, incautos, sensibles y están solos; son presas fáciles del cariño y amor de cualquier hombre o mujer que se los ofrezca. En el cuento, ella se ilusiona con lo que le dice Narciso y se entrega con honestidad, sin saber que el que está al otro lado de la pantalla tiene intenciones perversas. Narciso es un psicópata e hipócrita porque por un lado, se mostraba dulce, comprensivo y amoroso con las mujeres que cortejaba en sus llamadas, audios o textos, y por otro, con sus amigos y familiares se burlaba de ellas, cito: “‘Mira lo que me escribió la colombiana, la venezolana, la caribeña, la francesa, la holandesa, la mexicana, la ecuatoriana...’, ‘Mira cómo se masturba esta que me ha enviado un video’, ‘Mira esta otra, me importa un carajo lo que me escribe’,

‘Mira, que tonta, cree que voy a visitarla a su país de mierda’, ‘Pobrecita, no sabe, no tiene idea’”…

Quienes se enamoran por Internet, posiblemente, no se enamoran de la persona, sino de la voz y de la forma ingeniosa en la que el otro expresa sus sentimientos, tanto al hablar como al escribir. El narrador menciona que este depravado era incapaz de revelar su rostro: “Un dato curioso es que Narciso nunca mostró su rostro, no quiso, le parecía innecesario, pues cuando dos almas se encuentran, basta con cerrar los ojos y arrojarse mar adentro con todos los sentidos, excepto el de la vista. Ese discurso tan espiritual y muy refutable fue menguando ya al final de aquella extraña y porosa relación. Narciso no solo escondió su alma, sino que también escondía su físico, para generar expectativas de un encuentro imposible…”.

Por suerte, esta historia tiene un final feliz porque Rocío pudo escapar de este ruin hombre que deja mal parado a un grupo de intelectuales: “Me alegró saber que Rocío pudo alejarse a tiempo de esa falsa relación. A los seis meses la vi comenzando un proyecto innovador, afianzando su amor propio y de manos con su mejor amigo, dignificando la posibilidad de un amor verdadero”.

Sería fantástico que este cuento se leyera en las escuelas y colegios para evitar posibles desgracias y lamentaciones de familiares y amistades que sufren por las víctimas de estos “amores” cibernéticos. Rocío se salvó porque estuvo alerta y privilegió su amor propio, así evitó ser una víctima más; pero Rocío puede ser una hermana, sobrina, tía, prima, amiga y hasta nuestra madre. Si podemos evitar una tragedia, porque esto ya es problema global, hagámoslo. Mi solidaridad para quienes están viviendo un infierno en cualquier rincón del planeta a causa de un “amor virtual”. 

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