Iñigo Domínguez inicia su escrito Miradas lascivias así: “La semana pasada el Ministerio de Igualdad publicó una encuesta sobre la violencia contra la mujer, un estudio muy bueno sobre esta lacra humana. En la página 181había algo llamativo: se incluía como acoso sexual ”las miradas insistentes o lascivias”. De momento no, mañana ya diremos, si los pensamientos lascivos no van a ser punibles por la justicia humana. La impunidad no significa que no vayan a tener sus consecuencias penosas para quienes los fabrican y para su prójimo. Lo que entra por los ojos llega al corazón. Por eso es muy importante que seamos selecticos a la hora de dejar entrar imágenes por los ojos. Jesús nos alerta: “La lámpara del cuerpo es el ojo, así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6: 22.23). Sin dejar el tema del ojo, Jesús sigue diciendo: “por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5: 24).
El ojo juega un papel muy importante en la cuestión del adulterio. Encontrándose ocioso el rey David en la terraza de palacio contempla Jerusalén a sus pies y se fija en una bella mujer que se estaba bañando. La desea y hace que la lleven a palacio. Yace con ella. El pecado no queda impune. Diversos problemas familiares se le presentan debido a su adulterio.
Hoy no hace falta encamarse con la mujer del prójimo para cometer adulterio. Jesús va más allá del contacto sexual para cometerlo, cuando dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27, 28).
La Fiscalía General del Estado que analiza el impacto del consumo de pornografía entre los más jóvenes, ve en la pornografía una puerta abierta a la violencia sexual. El Instituto Nacional de Estadística confirma que en el 2019 aumentó un 28,8% el número de menores condenados por delitos sexuales.
El siquiatra Enrique Rojas considera que la pornografía es una epidemia: “Su difusión es frenético, y esto convierte a la mujer en objeto de placer. Más del 80% de los jóvenes ven pornografía casi a diario. Citando ABC News (2019) la pornografía empieza a los 6 y 7 años y los marca para toda la vida. Se convierte en un recuerdo inesbrrable”. El siquiatra sigue diciendo: “Educar la inteligencia, los sentimientos y la voluntad. Hoy la educación sexual de los menores está en manos de la pornografía. Después continúa en la adolescencia que engancha y más tarde en jóvenes que quedan atrapados durante años en aquellos menores. La pornografía es una mentira sobre el sexo. Y eso aleja la felicidad”.
Vivimos en una sociedad católica más que cristiana en la que a menudo se confunde el tema. Se considera el folclore católico como sinónimo de cristianismo. Existen muchas asociaciones culturales que confunden tradición por fe. En el momento que preguntas a alguien ¿crees en Dios? La respuesta más común es: Soy creyente no practicante. Dejo al lector que interprete esta respuesta.
Lo cierto es que la ética cristiana ha desaparecido de una sociedad que se autoproclama cristiana. Para no desentonar del entorno sigue el ejemplo de Vicente que va allí a dónde va la gente. El cristianismo tradicional no sirve para que la ética cristiana saque la nariz por un agujero. Palabras bonitas, muchas. Hechos, bien pocos. El hecho de que el Instituto Nacional de Estadística diga que en el año 2019 los delitos sexuales cometidos por menores hayan aumentado un 28,% significa que algo falla en una sociedad que se considera cristiana en la educación de los hijos.
El siquiatra Enrique Rojas avergüenza a los padres cuando afirma: “Hoy la educación sexual de los niños está en manos de la pornografía”. Muchos padres, demasiados, delegan a la escuela el encargo educativo que les corresponde a ellos hacer. Y así van las cosas. Informar no es educar. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando envejezca no se apartará de él” (Proverbios 22: 6). Este proverbio enseña de manera general a los padres su deber de tomarse seriamente la educación de los hijos a que no se aparten dl camino recto, el de la virtud. Que les convierte en personas de bien, para que desde la infancia, adolescencia, juventud y en la edad adulta se comporten sensatamente en las diversas situaciones en las que van a encontrarse a lo largo de la vida.
Moisés preparando a los israelitas a su inminente entrada en la Tierra Prometida, les dic: “Amarás pues al Señor tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos todos los días” Deuteronomio 11: 1). Dirigiéndose directamente a los padres, les doce: “Y los enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellos cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes… “(vv. 19-21). Tomarse seriamente la educación espiritual de los hijos como lo pide Dios repercute favorablemente en su bienestar y en el de la sociedad. Hoy el país necesita urgentemente padres responsables que se dispongan a enseñar a sus hijos a ser temerosos de Dios.
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