El libro de Clark y Chalmers titulado La mente extendida trata las cuestiones cognitivas desde un nuevo enfoque que integra los aspectos extraneuronales con los propios del funcionamiento cerebral
La cognición extendida es una de las líneas de investigación más desarrollada en la actualidad. Frente al intracranealismo es evidente que adquiere más relevancia la interpretación extensiva o extendida de los procesos cognitivos humanos.
Existen unos vehículos de la cognición que potencian las funciones mentales y que son, por ejemplo, las agendas o los blocs de notas e incluso las tabletas y los ordenadores y que forman parte junto con los móviles de una especie de extensión de nuestra inteligencia.
La inmaterialidad de la mente no es aceptable a pesar de que la afirmaba Descartes. Es un espiritualismo racionalista que no se sustenta en la realidad de las cosas. Se entienden perfectamente las críticas de Ryle al cartesianismo y a su solipsismo y subjetivismo.
El entorno es crucial en el desempeño cognitivo de las personas y lo ha sido a lo largo de la historia hasta nuestros días. Se puede decir que cada vez lo es más en la era digital en la que vivimos. Y es cierto como dicen estos dos filósofos y profesores que «los procesos cognitivos no están todos en la cabeza».
No cabe duda de que con el progreso de la inteligencia artificial y de la neurociencia es muy posible que, en un futuro no muy lejano, se puedan crear módulos de ayuda especialmente en relación con la memoria a largo plazo. La capacidad imaginativa es más potente en la especie humana que en otras especies animales por el uso del lenguaje articulado.
La versatilidad de las funciones físicas y perceptivas de los individuos produce procesos de cognición cada vez más específicos y sofisticados. Esto mismo también aumenta la amplitud del procesamiento cerebral o neuronal.
Por ejemplo, el hecho de escribir que es una actividad cognitiva es un ejemplo de mente extendida, ya que escribir es pensar. Que grandes científicos hayan usado papeles para anotar desarrollos teóricos o experimentales de muy diversas formas es otra manera de expresar que las notas de los pensadores, hombres de ciencia, inventores y artistas tienen algo en común y es que se sirven de la inteligencia extendida externa para complementar a su mente.
En el Internet de las cosas que llega con el 5G de los más potentes dispositivos electrónicos estamos alcanzando niveles hasta ahora desconocidos de integración de la cognición externa con la interna. En este sentido, es evidente que todas estas posibilidades y funcionalidades de la tecnología están aumentando la amplitud intelectiva de los sujetos. El poder de la información y del conocimiento está al alcance de todos hasta niveles increíbles. El problema es la limitación temporal de la vida humana física.
Una cuestión que es decisiva es la simplificación de los procedimientos para el manejo eficiente de los conocimientos y también la velocidad y rapidez en la asimilación de los mismos y en su aplicación en el mundo real actual.
Con el Big Data las grandes compañías digitales poseen un poder de cognición, por la ingente cantidad de datos que atesoran de miles de millones de personas, lo que puede dar lugar a intentos de manipulación de los deseos de compra y de una parte de las aspiraciones de los habitantes del planeta.
También es cierto que como estas cuestiones son tratadas en libros, artículos, audios y videos, de forma suficientemente extensa e intensa, parece que los peligros desaparecen en buena medida, al menos, para una parte minoritaria de la gente.
Ciertamente, el lenguaje extiende el poder de la mente ampliando su acción a campos de la realidad que enriquecen y amplían la existencia de una manera nunca antes vista.
La inteligencia o la mente humana está cambiando actualmente con la utilización de ordenadores y móviles. En el mundo de pantallas en el que vivimos los cambios en las conductas y en las actitudes cognitivas son muy notables. Se podría decir que espectaculares, sin ninguna duda. Especialmente, si pensamos en los hábitos cognitivos de hace 25 o 30 años.
Existen numerosos retos en el estudio e investigación de la mente y de ellos se ocupa la filosofía de la mente y la ciencia cognitiva. También en el campo de la investigación médica se están produciendo desarrollos y avances en relación con un mejor y más profundo conocimiento de la actividad procesadora del cerebro y de posibles medicamentos para potenciar la inteligencia en el futuro cercano.
Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.
Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.
Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.