Cuando algo nos salía mal decíamos que había “una mano negra”. Si preguntan al ‘Dr. Google’ comprobarán que la ‘Mano Negra’ o ‘Mano Nera’ no era más que una “banda criminal italiana e italoestadounidense especializada en la extorsión”. Con frecuencia ese tipo de métodos de extorsión eran practicados por la Camorra y la Mafia. Hay muchos otros significados que van desde saltarse las normas en el juego de canicas hasta la sociedad secreta anarquista que combatió a los latifundistas andaluces, pasando por la persona que actúa de forma oculta para perjudicar a otra. Precisamente es esta última la que nos interesa y que equivale a la expresión “poner la pierna encima” para aprisionar a alguien.
En México tener la sensación de que hay una ‘mano negra’ es cuando existe una intervención indebida que hace una persona en algo en lo que no tiene derecho para participar. ¿Por qué esto de la ‘mano negra’? Pues porque desde hace tiempo compruebo que desde instancias institucionales, y en un claro ataque a la libertad de expresión, se están empezando a poner trabas a medios de comunicación y personas que denuncian la incompetencia e ineficacia del Gobierno y sus inútiles e inservibles ministerios. Hasta el Centro Criptográfico Nacional, que se coordina desde el desinformado CNI, ha empezado a meter mano donde no debe. El objetivo no es otro que cercenar las libertades de expresión y de actuación. “Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es un insensato”, decía Shakespeare.
¿Alguien se pregunta quién ha extendido esa mano negra? Una vez que sabemos sobre qué; es decir, sobre las libertades, desde distintas instancias asustan las consecuencias porque pueden acabar con las mamandurrias de la inservible casta política que sestea en el Gobierno y en sus aledaños: asesores, colaboradores, informadores, estómagos agradecidos, culiparlantes… Permítanme un dato: el general de la Guardia Civil, José Manuel Santiago, tras ser preguntado por los bulos, dio lugar a una fuerte polémica en una rueda de prensa cuando aseguró que trabajaban para “minimizar el clima contrario a la gestión por parte del Gobierno”. Su elegancia le hizo ser comedido ya que debió decir que se cercenarían las opiniones contrarias al Gobierno y las que no fueran fieles al pensamiento único. ¿Qué creen que hizo el Gobierno? Apresurarse a decir que había sido un desliz y que eso no era así. Miren por dónde, el general no salió más.
Tranquilos. No se me ha olvidado decir quién es esa mano negra. El Congreso ha aprobado recientemente una iniciativa de Unidad Podemos en la que se insta al Gobierno de Pedro Sánchez a adoptar medidas concretas para evitar la propagación de mensajes de odio en redes, medios y en cuanto suponga una presunta amenaza directa para la asustada y advenediza casta. Tan solo las derechas se opusieron a tan venenoso y envenenado plan.
El objetivo es vigilar y eliminar esos mensajes. También se va a perseguir a medios de comunicación y personas. Eso me huele a caduco y podrido chavismo bolivariano y cutre estalinismo de gallina desplumada. La formación prochavista está muy dolida porque la opinión pública señala a ellos y al Gobierno como causantes y responsables de miles de muertos por negligencia durante la crisis sanitaria. Nos reafirmamos en ello y lo repetiremos hasta la saciedad.
Ahora entiendo las palabras de Leopoldo López sobre “lo fácil que es perder la democracia a manos de tiranos encubiertos, y lo difícil que es recuperarla de sus garras”. Venezuela hace años que sufre esa mano negra en la inculta figura del asesino y narcodictador, Nicolás Maduro, y secuaces violadores del calibre de Delcy Rodríguez, Diosdado Cabello…
Siempre he estado de acuerdo con eliminar bulos y comentarios tendentes al odio, pero los partidos del Gobierno tienen genuinos representantes de ello, como ya hemos demostrado en reiteradas ocasiones: Lastra, Ábalos, ‘Marisu’ Montero, Marlaska y Simancas por el PSOE, entre otros, y el corrompido “Echeminga”, Garzón y los titulares del “Marquesado” de Galapagar, por poner ejemplos de las filas de la extrema izquierda. Llegados aquí, cuál creen que es la pregunta que procede: ¿Qué entiende el Gobierno por mensajes de odio?
Cuando el ‘bichavito’ da caña a otros es libertad de expresión, pero cuando se la dan a él es mensaje de odio, bulo, resentimiento o exageración. Según criterio gubernativo, no es mensaje de odio el homenaje a los asesinos terroristas de ETA, tampoco el enaltecimiento de sus crímenes ni las amenazas machistas del “marquesito”, ni los atentados contra la autoridad como los del diputado de las “rastas” o la actitud de Mónica García en su simulacro de apuntar con pistola simulada a un diputado de la Asamblea madrileña, ni siquiera los insultos a la Policía y la condena de diecinueve meses a la diputada madrileña, Isa Serra.
Sí parece que es fomento del odio el programa de Vox; las presuntas amenazas que se inventan; las acusaciones de negligencia al Gobierno; el abandono de Pablo Iglesias a los mayores y que le perseguirá mientras viva; los comentarios de la extensión del virus por el 8M; la falta de pago del IMV a miles de ciudadanos desasistidos; la negligente gestión de los ERTE; la acusación de incompetente a la que siempre vuelve a casa “sola y borracha”…
Está apañado con poca ropa, el señor “marquesito” de la moña, en su intento de trasladar a nuestro país las políticas de Venezuela y la dictadura tercermundista del chavismo. El PSOE del Gobierno sabe que la ciudadanía española va a pasar por encima de quien pisotee nuestra democracia, ataque al poder judicial o minusvalore al rey. Bien es verdad que la oposición ha quedado reducida a un solo partido, pero entre él y la resistencia ciudadana nunca se silenciarán las voces de quienes creemos y trabajamos a diario para fortalecer la democracia.
¡Pobre de la formación política, casta mohosa o habitante de ‘casoplón’ que ose dañar a Montesquieu! “No son las malas hierbas –decía Confucio—las que ahogan la buena semilla, sino las negligencias del campesino”.
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