Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Salvador Illa | GOBIERNO | Pandemia

Salvador Illa puede salir del Gobierno, por guapo

Con una violencia callejera orquestada que amenaza el presente y compromete el futuro, es patriótico, valiente y honesto que el Gobierno gobierne
José Luis Heras Celemín
viernes, 6 de noviembre de 2020, 13:14 h (CET)

- Un primor. Illa. Gafas modernas. Relavado. Repeinado. Ojo. Y guapo.

- Ojo, sí. Porque el ‘Aló Salvador’ puede tener consecuencias.


Las frases de los dos hombres llamaban la atención. Miraban al personaje que, en televisión, mimaba la cámara. Parecían comentarios triviales de dos cotillas chismosos. Pero no lo eran. Con la televisión en silencio, comentaban el programa que, desde el Congreso de los Diputados, se ocupaba del ministro de Sanidad. Salvador Illa Roca, cuota del PSC en el Gobierno de Pedro Sánchez, hombre de Iceta en Madrid, encargado de controles y pactos recíprocos PSOE-PSC y PSOE-ERC, y el adelantado de unos y otros para mantener a Sánchez en el Gobierno de España y defender los intereses socialistas en las elecciones catalanas. Pandemia con crisis. El Gobierno a por setas o níscalos. Y la televisión pública en sesión de masaje a Illa. Como en política pocas cosas pasan por casualidad y en la tele de Rosa María Mateo todo tiene un porqué, los comentarios sobre la supuesta beldad del ministro tenían motivo. En cuestión de horas, RTVE había sustituido el ’Aló Presidente’ de Sánchez por el ‘Aló Salvador’ del ministro de Sanidad. Podía ser la consecuencia de la astucia de Iván Redondo para evitar desgastes de Sánchez. O no.

Por lo que nos interesa a todos, merece la pena tratar de ver por qué en el Palacio de la Moncloa o donde se diseñen y decidan estrategias, se aparta a Sánchez de los focos para colocar a Illa. Entre los ministros actuales es difícil encontrar a alguno que pueda tener éxito explicando las torpezas del Gobierno: Crisis. Enfermos mal atendidos y muertos sin contar. Equipos de expertos que no hubo. Razones para justificar sinrazones. Estado de alarma por zonas, a capricho, semestral y ‘aconstitucional’, que muda la monarquía parlamentaria en dictadura caudillista sin caudillo. PIB y economía por los suelos. El Banco de España no comulga con el Gobierno. Tasas de Paro y agobios por las nubes. Y bullas callejeras alentadas, contenidas, o dejadas de la mano de un dios menor que honra o degrada el ministro de Interior Grande-Marlaska.

En esta situación, con una violencia callejera orquestada que amenaza el presente y compromete el futuro, es patriótico, valiente y honesto que el Gobierno gobierne o que, por lo menos, lo intente. Corre el riesgo de que lo destruya la marabunta que arrasa todo, que los problemas arruinen propósitos (si los hay), o que se hunda con todo el equipo o sin él. Aún así, debe enfrentarse a lo que hay. Sánchez e Iglesias, a la vez, con todos. Pero, para esta ocasión, parece que el Gobierno va a ahorrar la tabarra plasta del Aló Presidente que aburre. No importa que el filósofo Illa sea el peor de todos los ministros de Sanidad que en España y en el mundo son o han sido, que asociadas a él estén las pifias más ridículas, caras y oscuras de su ministerio, las trapisondas a cuenta de los expertos que sirvieron para disculpar caprichos que no se explicaron, y la mayor cosecha de los ‘dónde dije digo, digo diego’ de la historia.

Esa es la realidad de Illa, la serendipia adecuada para alivio. Pendientes las ayudas de Europa para atenuar la pandemia y reacios en Bruselas a que los fondos europeos sean manejados por los comunistas de Unidas Podemos que, en coalición, están en el Gobierno de España, puede ser necesario que Sánchez adelgace el volumen (y coste) de su gobierno suprimiendo ministros para complacer la apetencia europea. Hay 23 ministros y múltiples cargos de una confianza muy cara, para prescindir de los comunistas (varios o todos) solo. Por decoro y por los condicionantes que hayan podido nacer en la coalición de Gobierno (no tienen por qué ser ilícitos), puede ser conveniente suprimir ministros socialistas y acomodar a los suprimidos con los aguinaldos al uso: Puestos de salida en elecciones (como las catalanas, para Illa), para apañar ingresos personales por años. Consejos de administración remunerados con las puertas correderas sabidas. E, incluso, las embajadas allende los mares que insinúan los que dicen estar informados.

Pero, para cuadrar o descuadrar el asunto, hay alguna circunstancia añadida: El ministro de sanidad actual, según los dicentes, es guapo (para otros es feo o cincuentón del montón). Relavado y repeinado, le mima la cámara de una televisión pública que, al sustituir el ‘Aló Presidente’ de Sánchez por el “Aló Salvador’, puede haber desencadenado un ataque de celos (o de cuernos) tan posible como resentido, dada la naturaleza del posible celoso.


Por ello, a pesar de las particularidades del filósofo metido a ministro y de su historia reciente, no es imposible que los que aventaron el primor Illa con gafas modernas puedan estar en lo cierto. En consecuencia, si aciertan, Salvador Illa puede salir del Gobierno, por guapo.

Noticias relacionadas

Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto