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En el punto de mira

La corrupción en la Iglesia Católica es una piedra de molino atada en su cuello que no le permite alzar el vuelo
Octavi Pereña
martes, 24 de noviembre de 2020, 12:57 h (CET)

Josep Miró i Ardevol en su escrito Iglesia: una idea equivocada argumenta que el mundo quiere que la Iglesia Católica se le parezca. Lo hace en estos términos: “A raíz de las palabras de Francisco se produce un reiterado tipo de comentario, formulado ante cualquier iniciativa por parte de la Iglesia. Consiste en exigir que se parezca mucho más al “mundo”, a la sociedad, asumiendo sus cambios, y el reconocimiento de sus nuevas instituciones, prácticas, costumbres y pasiones. En este caso al matrimonio homosexual, pero igual sirve para razonar sobre el aborto, la eutanasia, el sacerdocio femenino, y muchos más temas”.


La pregunta que me ha movido a comentar el escrito de Josep Miró es: ¿Qué ha provocado el descredito que la Iglesia Católica tiene hoy? No es que el mundo pretenda asimilarla. Al revés. Es la Iglesia la que asimila al mundo. Este proceso tiene una causa. La Biblia la expone con nitidez. Es responsabilidad de quienes se consideran católicos analizarla.


Los avisos que reiteradamente hacían los profetas al pueblo de Israel es que debían mantenerse apartados de los paganos que convivían con ellos. Si esta separación no se producía las costumbres religiosas de los paganos los infectarían. El resultado fue el abandono de Dios que los liberó de la esclavitud egipcia y que los introdujo en la Tierra Prometida. Por mano de Josué entraron a poseer la heredad que el Señor les había prometido. Pero no expulsaron a los habitantes de la tierra. El contacto con ellos contaminó la fe de los israelitas. En vez de atraer los israelitas a los paganos a Dios fueron éstos los que atrajeron a los israelitas a adorar a sus dioses. Esto pudo ser así debido al vacío que se había producido en el corazón de los israelitas por haber abandonado a Dios. El vacío se compensó con las creencias religiosas de los paganos que convivían con ellos.


El Antiguo Testamento no se escribió únicamente para proporcionar conocimientos históricos. El propósito principal es que los lectores aprendan de los éxitos y fracasos del pueblo de Dios para que no se repitan los fracasos. Adquieran la sabiduría de Dios que almacenan sus páginas.


“Esta manera de razonar” dice Josep Miró, “la del “mundo”, expresa un desconocimiento grande de la misión de la Iglesia, aquello que da sentido a su existencia desde Pentecostés del año primero”. El libro de los Hechos de los Apóstoles que es de donde extrae Josep Miró la palabra Pentecostés, muestra cómo era la iglesia apostólica. La fe de aquellos primeros cristianos. De sus luchas para mantenerla viva en un entorno pagano que les era hostil. La situación siguió siendo la misma hasta que en el año 313, con la publicación del Edicto de Milán que concedió a los cristianos los mismos derechos que gozaban las otras religiones. “La iglesia estaba libre de persecuciones. Su firmeza, su fe, y su organización la habían sacado a flote en medio de tantos peligros. Pero al obtener la libertad de sus enemigos, había caído en gran parte bajo el dominio dl trono imperial de Roma. Había empezado una fatal unión con el estado” (Williston Walker). La unión con del estado hizo que los emperadores participasen en el gobierno de la iglesia. Convocasen concilios. Ello fue fatal para la salud espiritual de la iglesia. Se abrió de par en par la puerta para que el paganismo contaminase la fe de la iglesia. Por lo que hace al cristianismo occidental cayó bajo la autoridad del papa de Roma que se convirtió en el único interlocutor con el estado. Este maridaje ha sido fatal para la Iglesia Católica y lo sigue siendo hoy.


Josep Miró no tiene motivo para quejarse de que el “mundo” tenga una idea equivocada de la Iglesia. Pienso que debería reflexionar sobre la causa que la ha llevado a ser lo que hoy es y que no tiene ningún parecido con la iglesia que nació en el primer Pentecostés. Que queda reflejada en el libro de los Hechos de los Apóstoles.


Hoy la Iglesia Católica se ha convertido en la multinacional de la religión, corrompida de los pies a la cabeza. La corrupción que los medios de comunicación se encargan de hacerla pública se debe a que la fe que enseña y su nueva evangelización no tienen ningún parecido con el de la iglesia apostólica. Su alejamiento de la fe del Nuevo Testamento impide que pueda reformarse según Dios. Si no se produce un auténtico arrepentimiento cualquier intento de reforma será como lo ha sido en otros intentos pasado. Agua de borrajas Podrá reaccionar con otra Contrarreforma que tampoco no servirá de nada.


La Iglesia Católica está en el punto de mira del mundo debido a su corrupción. Jesús dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18: 36). En el momento en que la iglesia empezó a festejar con el estado y se fue a la cama con él, el reino que tenía que el de los cielos se ha convertido en el reino de este mundo. Para resolver este conflicto de intereses que tanto desprestigio causa a la Iglesia Católica sería conveniente que tuviese en cuenta estas palabras de Jesús: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperan y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5: 11,12).

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