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Solución: la vacuna

En España somos 47 millones de habitantes con lo que el control de la pandemia no es algo sencillo
José Manuel López García
jueves, 10 de diciembre de 2020, 12:36 h (CET)

La lucha contra el coronavirus va ser más poderosa y eficaz, ya que han llegado las vacunas. De poco sirve que un porcentaje reducido de la población se la ponga. Seguirá habiendo muchos contagios. Si la mitad de la población no se vacuna estaremos haciendo las cosas a medias.

En el Reino Unido ya han empezado la campaña de vacunación esta semana con las personas mayores y de riesgo y es algo que llevará unos meses. El resto de personas que son decenas de millones tendrán que esperar y se supone que a lo largo del año 2021 se les administren las dos dosis de la vacuna o incluso durante 2022.


Los que en España o en otros países de Europa o del resto del mundo tienen miedo a vacunarse no se dan cuenta de que es el mejor remedio para poner contra la pared al covid-19. Si queremos cambiar y volver a la vida normal de antes del inicio de la pandemia no queda otra solución que una vacunación masiva. Lo demás es poner parches que, en realidad, sirven de poco.


Pensar en esperar a que se la pongan los demás a ver qué pasa es una actitud nada solidaria e irracional. Ya que las pruebas realizadas con las vacunas aprobadas, con decenas de miles de voluntarios acreditan sobradamente su eficacia y seguridad. A corto y medio plazo no causan graves problemas de salud. Si hay leves efectos secundarios, en algunos casos, no suponen una razón para no ponérselas desde un planteamiento lógico.


Los potenciales efectos negativos a largo plazo de las vacunas son simples suposiciones o hipótesis. No sabemos lo que pasará dentro de diez o veinte años, pero es pensable que no provocarán ningún tipo de cáncer, por ejemplo.


Si queremos que el coronavirus sea una enfermedad que esté muy controlada y que afecte a poca gente no cabe duda de que vacunar a, como mínimo, un 70% u 80% de la población es lo que corresponde. No existe una responsabilidad de todas las personas que permita poner a un lado los beneficios de la vacuna y prescindir de la misma.


Si, al final, la vacuna sigue siendo voluntaria y no se la pone la mitad de los ciudadanos de España me parece que seguiremos muy mal todavía o, lo que es lo mismo, con varios cientos de muertos diarios por coronavirus y con numerosas personas afectadas gravemente y con secuelas de por vida y esto es algo que no debería suceder.


La vuelta a la vida normal tiene unos requisitos y el principal es la vacunación masiva. Si esto no se hace en el plazo de un año seguiremos con muchas complicaciones para viajar o movernos libremente, dentro de nuestro país o en otros. Y es irracional que, por temores infundados, nos perjudiquemos todos de forma general. Esto no es un juego que se puede solucionar por arte de magia. De hecho, requiere soluciones avaladas por la ciencia.


Si deseamos más libertad de movimientos y socializar mucho más hay que vacunarse y no solamente una minoría. Parece que la percepción de riesgo de contraer esta terrible enfermedad que es el Covid-19 no ha calado mucho en una parte de la gente. No es algo menor contagiarse, ya que entre un 10% y un 15% enferma gravemente y puede morir. Así como suena. Y muchos pueden decir que les da igual y que se arriesgan, pero lo que está en juego es la vida que lo es todo para cualquier persona.


También es cierto que una gran parte de la ciudadanía cumple las normas impuestas para la protección de la salud de todos, pero esto no significa que varios millones de personas, que no cumplen las medidas, no se perjudiquen a sí mismos y a los demás también.


En España somos 47 millones de habitantes con lo que el control de la pandemia no es algo sencillo. Como dice el ministro de Sanidad señor Illa no se puede poner un policía por cada domicilio para que vigile el cumplimiento de las normas anticovid.


Por otra parte, es indudable que las aglomeraciones en estos días y también cuando entremos en el periodo navideño son muy peligrosas. Y después no vale de nada lamentarse. Parece que la distancia de seguridad va con los demás y es una obligación para todos y sin excusas. Parece que el cansancio por las restricciones está haciendo mella en parte de la gente. Debemos ser fuertes, constantes y perseverantes en la lucha contra el coronavirus.





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