No pensaba que a mí también me encerrarían. Sabía lo tuyo por el diario que escribes en los papeles que encuentras, incluido el higiénico, que me has hecho llegar por mediación de nuestra alcahueta, Marisa…, mientras podamos pagar su “benevolencia”. Me da que está sacando tajada de todos, de mi padre, del abogado y creo que hasta de tu padre.
Tampoco a mí me cuentan nada, aunque el abogado en cuestión nos ha hecho demasiadas visitas como para incitarme a pensar que nos están negociando. Poco importa el por qué o para qué. No nos dan ni siquiera derecho a preguntarlo y menos aún a reivindicar unos derechos que no tenemos, recuerda que somos menores.
Hemos de concentrarnos en descubrir lo que quieren hacer con nosotros y quienes nos representan han sido vilmente comprados; tu madre, mis padres. Me temo que tienen comprada nuestra retirada y que ni siquiera sabemos lo que nos vamos a encontrar.
Los amantes de las tragedias ya han explotado el desenlace fatal, a nosotros nos toca pelear con las tormentas y hasta ahora lo estamos haciendo muy bien. Lo seguiremos haciendo, no temas.
Por la ropa que me ha llegado y por la tristeza que mora en la cara de mi madre, deduzco que se avecinan cambios que nos alejan de nuestros planes. Lo mejor es tener pistas cuanto antes y saber a qué atenernos.
No desesperes mi bien, harías sufrir a nuestro hijo que tanto hemos protegido. Continúo viendo una niña, con tu gracia y con tu coraje. Tu aún no me has dicho cómo lo ves, aunque estoy seguro que lo habrás imaginado, por mucho que sigas negándolo. Sé que nos llevarán a Madrid, y que al menos yo, seguiré estudiando. Las preguntas de mi padre me han hecho comprender que estaba gestionando mi traslado de expediente, ya no me he enterado de más...; bueno, sí. Mi padre es muy descuidado y se ha dejado los papeles en el salón mientras se preparaba para llevárselos al tuyo. Julia, nuestra tutora, se ha portado muy bien, tanto como pudiéramos esperar y acompaña el expediente con una carta dirigida a mi futuro tutor o tutora. No sé si el protocolo lo requiere, pero es una excelente recomendación.
Supongo que en tu caso habrá obrado de la misma manera, pero tu padre no es tan descuidado como el mío, me temo. Si nos dejan terminar, así lo espero, más tarde o más temprano nos saldremos con la nuestra. Todo es cuestión de paciencia y de estar preparados.
No me gusta tu viejo y no espero nada bueno de él. Si es cierto lo que dices del apartamento, por lo que parece viviremos solos y seguiremos estudiando. ¿Quién sabe? A lo mejor resultamos los programadores que siempre hemos querido ser.
¡Lástima que te han quitado el portátil! Yo, al menos, conservo el mío y estoy deseando enseñarte el truco que he encontrado. Nos dará, sin duda, vidilla en nuestro proyecto; nuestro hijo o hija, tú o yo, nunca seremos esclavos de alguien, por mucho que ahora pudiera parecer.
No estamos para tocar castañuelas, lo sé. Éramos dos cervatillos libres y nos han encerrado en la morada del lobo, pero al menos, podremos ir al insti y quizá formarnos para lograr nuestro objetivo.
Alucinarías con mi nuevo truco; era, sin embargo, muy fácil. Tenía que habérsenos ocurrido antes. Ya tenemos la llave que tanto habíamos buscado, he logrado dar con datos que buscábamos como locos y ya no falta sino un empujoncito de nada para disfrutar de lo que nos pertenece. Mientras tanto, como ya es nuestra costumbre, con algún apaño podemos arreglárnoslas en Madrid o donde sea para cubrir nuestras necesidades, las de los tres, por supuesto. No necesitamos lobo alguno para cuidarnos y, recuerda, no nos falta ya tanto para alcanzar la mayoría de edad. Por el momento, bastaría con apariencias de docilidad para que no nos cierren puertas y ventanas. Ahora estamos encerrados, tenemos que recuperar libertad; ponernos tan seductores como tan bien sabes hacerlo tú cuando hace falta.
No me gusta nada el circo que se está montando tu viejo. Me consta y me duele mucho, lo duro que te resulta seguirle el juego. Sabes muy bien que no nos queda otra, querida; este hijoputa tiene para comprar nuestra libertad ahora. Depende solamente de nosotros el que pueda hacerlo en el futuro.
Hoy mismo he recibido su visita. No tiene mala pinta y no me habría asustado si no nos tuviera en sus manos. Me lo comí todo y conseguí la sonrisa que tanto te gusta. Creo que no le caí mal, a pesar de las circunstancias, ya sabes, que te rompí el virgo. Me ha sometido a un interrogatorio despiadado y estoy completamente seguro de que cada una de mis respuestas ha logrado desarmarle. No tenemos nada que temer, no es otra cosa que un bufón engreído por un montón de pasta que sabe Dios de dónde ha sacado. Bueno, sé algo más de lo que él puede imaginar. Ya te contaré, porque mi último hallazgo, el que teníamos al alcance de la mano, que si hubiera sido un perro nos habría mordido, me ha resultado de gran utilidad.
Tu padre me quiere poner a prueba. Me ha hablado vagamente de un encargo, pero desconozco cómo, dónde, y casi por qué. Intuyo que se trata de cobrar deudas y te aseguro que prefiero seguir ignorando más datos. Pero él se obstina en dármelos. Tiene matones, no se trata de nada violento. Entiendo que lo que requiere es presencia, cautela, y carácter.
No sé bien de qué va la historia, pero he aceptado; es el único medio que se me ocurre para ganar su confianza. Me ha sometido a tratamientos de estética y de “maneras”, dispensado por estas legiones que se hace traer de Madrid. ¡Cómo comprendo tus suplicios, querida mía! Son unos listillos que se pasan más de cuatro pueblos. ¿Qué nos puede importar a nosotros? Allá ellos y el que los paga: nuestro carcelero. Este tipo es un pijo acomplejado y sus gustos son lo que son. Me dejo disfrazar, decidido a sacar el máximo partido al disfraz.
Está funcionando muy bien, aunque sigue haciéndome preguntas y me parece que pensando mis respuestas. Ha resultado todo un poco pesado, pero en su cara veo que yo puedo hacerlo y poco a poco va soltándomelo.
Antonio, su chófer de confianza, me llevará a Gijón en el Mercedes rojo. Él sabe dónde me lleva y para qué lo hace. Yo solamente tengo que presentarme como el futuro yerno, entregar un recibo y comprobar que la cantidad contenida en la maleta que se me entrega corresponde con la pactada. Piensa que no es sino una primera prueba y que me manda protegido con red; creo que Antonio no es un mero chófer, y los que nos van a recibir son muy conscientes. Tengo que pasarla muy bien para que me someta a otras que nos permitan acercarnos a la libertad.
Ha sido una buena idea eso de escribirnos sobre papel higiénico, así se disuelve en la taza del váter desde que lo hemos leído. No me gusta que la entrometida de Marisa sea nuestra intermediaria, para mí que lo lee antes de entregárnoslo.
Después de todo es una suerte que lo tengáis tan fácil por las ventanas del váter. Me pregunto cómo podríamos hacerlo en otras circunstancias, y ahora necesitamos más que nunca comunicarnos. Nosotros, que de ordinario nos pasamos horas sin hablar, ¿para qué? Ambos sabemos lo que piensa el otro o la otra. Y el bebé, ¿qué pensará el bebé?
A nosotros nos importa y tenemos que lograr que nazca libre; que todo esto no sea sino una pesadilla que se haya ido en mala hora cuando llegue a nacer. Tienes que estar conmigo en el empeño. Deja que te hagan primogénita, como si se tratara de lo que habías querido ser toda tu vida. De todas formas no nos queda otra.
No sé lo que pasa con mi viaje. Tu padre, sin añadir información que por lo visto no estima que merezca, se ha ido; nadie me ha dicho a dónde. Mi vieja no para de cruzar el salón y me mira con pena y culpabilidad. El calzonazos de mi viejo me evita, él y nosotros sabemos por qué.
¡Qué asco me da! No fue sorpresa alguna cuando se lo propuso el picapleitos ese de los cojones, accidente laboral en la empresa, baja de unos meses y acuerdo de jubilación anticipada muy favorable para el trabajador. Él, siempre tan poco aficionado al trabajo. Ellos pretendían hablarlo como si no se hubieran percatado de que podía escuchar. Yo imaginé, sin más, que era una prueba que me lanzaba tu padre.
Me ha hecho sentir orgullo al comprobar que el padre de la primogénita me considera como tu esposo, como el padre de su nieto primogénito y que se empecina en comprobar si valgo para algo. Ha mostrado interés por el expediente, aunque me parece que ya conocía la excelencia del de ambos, probablemente por el tuyo, porque ni siquiera ha pestañeado.
No me extraña la vileza de mi progenitor. El pasaporte a una buena jubilación ha sido suficiente para vencer su racismo visceral y hacer que ese al que antes consideraba una escoria se apropiara de nosotros y de su casa. Por mi pérdida estoy seguro de que no se plantearía la duda; en el fondo le molesto desde que se enteró de que estaba emparejado “con esa rumana”… Afirma, incluso, que eres puta.
¿Quién de los dos crees que será peor, el tuyo, o el mío? Temo preferir al tuyo. Al menos ha tenido huevos para medrar, puede comprar y mandar. Además, nos reconoce mucho mejor que todos los otros y comprende y valora el informe de Julia.
Estoy convencido de que intuye lo que valemos y que piensa que somos una buena inversión. De nosotros depende lograr proteger nuestros intereses. Es nuestra única alternativa de batalla. No nos queda otra.
Te conozco muy bien para saberte poseída por tu “sangre real”, alimentada por la farsa de tu madre y del “genérico”, como bautizaste con tanto acierto, al susodicho Joselito. Anda que esos nos han vendido porque les gusta la jaula. Por lo menos mi padre se ha hecho un sitio en la sombra, y en esta casa se come mucho mejor que antes.
A lo nuestro, mi amor. No te hagas mala sangre, que eso perjudica a nuestro futuro hijo. Lo único importante es que hayamos logrado abrir barrotes cuando llegue a nacer. La mirada de mi madre se posa en mí. Es la señal; dispongo de 10 minutos para meter en su bolso, que me ha dejado en la cocina este mensaje, que te llegará una vez más, por la cercanía de las ventanas de los váteres.
No quiero dejarte con las ganas de saber sobre el truco en cuestión. Es mucho más fácil de comprender de lo que puedes imaginar. Basta con agudizar el ingenio para establecer listas exhaustivas de las circunstancias. Conoces de sobra programas que permiten discriminar errores, pero en cualquier caso, la inteligencia tiene que dominar a la máquina. Hay que hacer un esfuerzo porque ésta siempre trata de vencernos, pero no puede si nos mantenemos bien alerta. Mi encierro me ha servido para centrarme en identificar todo lo que me rodea; las cosas y las personas, sin olvidar el gato. Después he tomado datos de las variaciones que se producen en cada uno de los elementos cuando cambian las circunstancias. Entonces, solamente entonces, he recurrido a la máquina, para encontrar previsiones de probabilidades que me he molestado en verificar en las diferentes ocurrencias. Pues bien, la máquina, en muchos más casos de los que hubiéramos podido prever, se equivocaba. Las primeras pistas me las dio el gato. Con estos resultados me animé a revisarlo todo de nuevo y comprendí que el ordenador saca conclusiones precipitadas. Las normas no aceptan excepciones…
No puedo continuar, es una pena, porque estaba a punto de explicártelo. Mi madre no puede esperar, se arriesgaría a que llegara el viejo, y este calzonazos, con todo lo burro que es, podría denunciar nuestro secreto.
Ojalá me hicieras caso y no te hicieras mala sangre, esto es lo que hay, mi niña terrible, soñábamos ocultos en una nube. Vivamos lo que nos está cayendo, para aprender a vivir, que es lo que nos toca. No hay otra, cariño, no hay...
|