Comentar al inicio de este nuevo año en el que nos agarramos a las esperanzas de ver si podemos ir respirando –con mascarilla- esta cruel agonía de la pandemia del coronavirus y la de “toma el dinero y corre”, más el aburrimiento político. Luego, que mejor que dedicar este artículo literario a la obra póstuma del maestro de la novela negra, Privado de título. Historia donde el fino humor crítico muestra la realidad y el deseo de contar con autenticidad las situaciones y secuencias de los aspectos más oscuros y dolorosos de los factores humanos. Una tragedia que alcanza esa capacidad narrativa que confirma categoría y elegancia de fina crítica que mantiene al lector un póstumo retrato de la sociedad en que se vive, sin perder el juego narrativo de un siciliano de alma pródiga. La investigación de unos hechos verídicos acaecidos durante las primeras décadas del siglo pasado, exponiendo sin remilgos la capacidad del poder político para envolver la realidad en un manto de mistificación y retórica exaltadora. Hasta el punto de elevarla al límite del absurdo.
Corre el año 1941 cuando el narrador asiste con sus compañeros de colegio a la conmemoración de la muerte del joven Gigino Gattuso, "el único mártir fascista siciliano", que veinte años atrás había caído durante un enfrentamiento con un grupo de militantes comunistas. Paso a paso y detalle a detalle, como si de una moviola se tratase, el autor repasa la secuencia de los acontecimientos, alternando la malicia burlona con una magnánima compasión por las víctimas de los dos bandos, a su manera sorprendente. Tan inocente es el comunista inculpado como el difunto fascista, obviamente ajeno a la póstuma conspiración política que lo despojó de la dignidad de simple muerto «sin título». Y como si el relato de esta farsa no bastara. "Camilleri añade, a modo de colofón, la monumental fantochada que supuso el proyecto Mussolinia, la ciudad-jardín ideada por los jerarcas de Caltagirone para dejar testimonio eterno de la gloria del Duce".
Editada en español por Salamandra -traducción de María Antonia Menini Pagès-, Camilleri construyó "un extraordinario rompecabezas cuyas piezas no encajan hasta la última línea de la novela póstuma”. Uno de los grandes maestros de la novela negra nos lleva atrás en el tiempo de su inicio como escritor y a quien expreso mi agradecimiento inolvidable.
En este texto Camilleri, creador del comisario Montalbano con el que publicó 44 títulos más uno inédito que pidió que apareciera de forma póstuma, resumía el origen y el desarrollo del género en Italia y reflexionaba sobre sus características temáticas y narrativas. El fantástico comisario tiene su origen en el inolvidable escritor nacido en Cataluña, Manuel Vásquez Montalbán. Cuya riqueza y variedad de estilo en la novela lleva a Camilleri a admírarlo de tal manera, que con el segundo apellido Montalbán bautiza a su famosísimo comisario Montalbano. La memoria me lleva aquellos años de la revista Triunfo, de profundos valores literario y humanos, y a recuerdos como los asesinatos ordenados por el Generalísimo, la peluca de Santiago Carrillo. Así como a autores Eduardo Haro Tecglen o Javier Pradera, íntimo camarada de Jorge Semprún.
El maestro nos lleva a recordar los años crudos de un tiempo de riesgo y de lucha contra la dictadura, que hoy descansa en paz. Aunque su evangelio continua vivo en los nostálgicos herederos que la mantienen viva y desafiante. Camuflados y disfrazados de democracia. Olvidando que no son otra cosa que cazador cazado en su esperanzada altura política. No hablemos de la ética y la estética.
|