Nuestro ordenador personal, nuestro teléfono móvil e incluso nuestro reloj de pulsera, están plagados de accesos a las diversas aplicaciones que se han convertido en imprescindibles para movernos por la jungla en que se ha convertido nuestra sociedad.
Yo, que personalmente no soy muy proclive a estas dependencias, observo con pavor que “disfruto” de una decena de “apps” que me ponen en contacto con el médico, el banco, mi contabilidad o mi comunicación con mis familiares y conocidos.
Ayer me tope con una noticia que decía que, dentro de la multitud de aplicaciones que se utilizan para los “contactos” (que no se quedan en el tacto, buscan los encuentros esporádicos que pasan a mayores), ha aparecido una que se dedica con exclusividad a los “contactos” con personas que “gozan” de una de estas tres características (o de las tres a la vez): ser ricos-ricas, famosos-famosas o guapos-guapas. (No dice nada de los mediopensionistas-“mediopensionistas”). Lo que está claro es que se sale de las tres categorías con gran facilidad.
Para poder acceder a esta aplicación, hay que pasar por “un riguroso examen”, (no sé quien compondrá el “tribunal”, ni que autoridad tiene para ello). Como estas tres características son bastante variables, supongo que llevarán un control riguroso desde “el gran hermano”. Una buena parte de los jóvenes actuales, aquellos que basan su futuro en el tener, no en el ser, están luchando, de la manera que sea, por adquirir este “nuevo bachillerato” que les permita integrarse en esos grupos que son la meta de cuantos equivocados buscan en los mismos la felicidad. Digo equivocados, porque la experiencia nos demuestra como, cuando se acaba la juventud, la fama o la belleza, se convierten en juguetes rotos a expensas de una sociedad cruel que los castiga severamente.
Hace años, la principal meta de los jóvenes consistía en formarse, encontrar un empleo y crear una familia. Esos valores se han trocado en un culto a la sexualidad sin sentido, el hedonismo y la belleza exterior.
Gracias a Dios todavía te encuentras de vez en cuando con la otra parte de la juventud. Aquella que se esfuerza en ser cada día más persona y servir a los demás. Cada día hay más jóvenes metidos en las actividades de voluntariado. Como aquella que motiva mi buena noticia de hoy.
Se produjo ayer cuando preguntaba por su situación a un amigo, periodista joven, que no encuentra un empleo consecuente con su formación. Lleva años preparando oposiciones con un gran esfuerzo.
El mundo de las oposiciones es muy lento y hace abandonarlas a muchos candidatos por aburrimiento.
Este hombre dedica su vida a estudiar, estudiar y estudiar. Su tiempo libre a trabajar por los demás desde la HOAC y la plataforma denomina CÍRCULO DEL SILENCIO, que pretende ser la voz silenciosa de los emigrantes y refugiados que carecen de posibilidades de hacerse presentes en una sociedad dedicada preferentemente al culto al egoísmo.
Espero que este mundo recapacite. Que volvamos a los valores básicos que permitan crecer en amor y solidaridad a esta sociedad que tanto lo necesita. Y ánimo a los opositores. Algún día se darán cuenta de que la burocracia entorpece la resolución de las oposiciones y las harán más rápidas y accesibles.
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