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La cultura general en España se ha ido diluyendo durante estas últimas décadas. Las prolíferas encuestas realizadas sobre el terreno, diariamente pisado por miles y miles de estudiantes, nos va agrietando la cara ante las llamativas respuestas ignorantes, ante las risas tontas del que piensa que no saber tiene gracia, ante quien se calla con cara de vivir en otro mundo.
Todos sabemos que la educación y la enseñanza están en decadencia. Las estrategias educativas actuales son de baja calidad, y en muchos casos se llega a eso de “aprobar por decreto”. Por lo que sé, los docentes deben ponerse en contacto con el alumno, prepararle los trabajos, motivarlo, recordarle, reprogramarle; en definitiva, servirle el aprobado en bandeja. ¡Madre mía, cómo se esfuerza el alumno!
Enfrentados a la situación educativa en que vivimos y nos movemos, me acojo, para empezar, al sabio Bacon: “Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un tonto; quien no osa pensar es un cobarde”. Yo prefiero utilizar el poder de los impotentes y pensar, con la base de 50 años activo en el medio escolar-formativo, sin contar los 20 años de mi propia formación de base.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar mediante un breve artículo de reflexión filosófica sobre la autonomía educativa, destacando primariamente la importancia que implica que cada nación tenga la soberanía para decidir cómo formar a sus docentes y alumnos, en contraste con la tendencia a adoptar modelos educativos impuestos por agencias y organismos globalistas.
"Delenda est Educatio". Era la consigna socialista hace unos 36 años, allá por cuando se trabajaba la LOGSE y “la gran política sanchista” ha concluido la tarea. Jamás se pudo hacer tanto mal en tan poco tiempo, con tan poco sentido común, con tal carencia de humanidad y de sentido social.
Nos encontramos inmersos en una profunda crisis educativa. Quizás la punta del iceberg fue la recién declaración de fracaso del sistema público de educación. Éste se lleva todo el peso del fracaso escolar. Es la solución más fácil. El corazón del fracaso escolar no es el sistema público de educación. Lo es el hogar.
El secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar, ha entregado los Premios Irene 2023 a 17 centros educativos de todo el país por sus proyectos dirigidos a la prevención de la violencia de género y la lucha contra los estereotipos sexistas.
La Formación Profesional (FP) se encuentra en plena evolución en España. Este sistema educativo que ofrece una formación práctica y orientada al mundo laboral ya cuenta con más de un millón de estudiantes matriculados, en concreto, el pasado curso 2022-2023 se estima que la apuesta por este tipo de formación ha aumentado un 5,6% respecto al curso 2021-2022, según los datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Si digo que el país va cuesta abajo hacia la sima en caída libre, no digo nada nuevo. Cuando me despierto por la mañana me pregunto con qué patochada, irresponsabilidad o mentira nos obsequiarán hoy las ministras/ tros/ tres, del gobierno y espero con premura oírlo por si por casualidad dicen algo coherente y beneficioso para la sociedad.
La España de las velocidades, con diecisiete sistemas educativos distintos, presenta tal cantidad de desigualdades que ni los docentes reconocen el sistema cuando salen de su comunidad. Y lo que puede parecer una opinión en este caso, llega el informe PISA y lo confirma. No hay más que echar un vistazo al último publicado y comprobar que no es lo mismo estudiar en una comunidad que en otra.
Hace ya muchos, década 1980, se quiso implantar, experimentalmente, el proceso de “evaluación continuada”, además de considerar el papel secundario de los libros de texto. El Claustro de profesores era el que valoraba conocimientos, desarrollo humano, futuribles… Nunca se supo el resultado de analizar la eliminación de los libros de texto (su uso era meramente consultivo). Quisieron convertir las aulas en laboratorios.
Pensar que se descubren las Américas, simplemente porque se escriben folletines con un marketing tipográfico e impresión selectivos, es una falacia utilizada para engañar y hacer creer que se presentan nuevos inventos. La educación ha pasado ya muchos desiertos y hoy día es muy difícil ser inventor educativo, porque la educación es vocacional (personal o de gobierno), no es un campo de batalla en el que demostrar la valía y la fortaleza.
Yo, que personalmente no soy muy proclive a estas dependencias, observo con pavor que “disfruto” de una decena de “apps” que me ponen en contacto con el médico, el banco, mi contabilidad o mi comunicación con mis familiares y conocidos.
Entienden que la educación es tan poco importante que cualquiera sirve para ello. ¡Vaya colección de “acémilas”, gaznápiros sin formación y “burdéganos” sin criterio! Como a muchos de ellos los regalaron las licenciaturas, los doctorados y los másteres, creen que eso ha sido igual para todos ¿Acaso alguien piensa que el calificativo de “cum fraude” a Pedro es por casualidad?
Hay varias generaciones, de las que parte de ellas están en el gobierno, que han nacido en una España tranquila, regenerada, sin sobresaltos políticos, en la que se ha ocultado de manera machacona la cruda realidad de un pasado reciente en la que la división, las envidias, el rencor, la represión política, la guerra con lo que supuso en todos los frentes, dio paso a una confraternidad moderada en la que se aparcaron las viejas rencillas de manera generosa, para poder florecer, progresar y traer una novicia democracia en la que todavía, ya bastante deteriorada, estamos disfrutando.
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