Cualquier estudio, investigación o informe que se haga para poner de manifiesto la existencia de un problema y proponer por ello medidas adecuadas para su resolución debe ser siempre bienvenido. Cuando ese informe se usa como arma arrojadiza sobre el mismo tejado de siempre, ya muy deteriorado por los continuos ataques a que viene siendo sometido durante muchos años y de manera muy significativa, eso ya no puede ser admitido. Quien niegue que el sistema universitario público español es claramente mejorable estaría negando una evidencia comprobable en cualquier ámbito académico o investigador. Ahora bien, quien retuerce los argumentos que ponen de manifiesto dichas carencias para querer seguir dejándolo como está y continuar potenciando y favoreciendo el sistema de negocio monetario en que se ha convertido, es que le preocupa poco o nada la excelencia, ya que su único objetivo es conseguir nuevos socios entre las élites progres que les permita perpetuarse en el lugar de privilegio que la sociedad les otorga equivocadamente. La mejor manera de cambiar ese sistema público es exigirle unos mínimos niveles de calidad.
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