Escribió un pensador que la caridad empieza por casa, y la justicia en la puerta siguiente, y si uno observa al falso progresismo que toma como bandera la “causa saharaui” tiende a darle la razón. Olvidando que la verdadera nobleza es no permitir que los demás sufran por nosotros, los beneficiarios de este absurdo conflicto inventado en medio del desierto se empeñan en perpetuar el sufrimiento de los pueblos del Sahara, proveyéndole además un falso sustento ideológico.
Los principales falsificadores ideológicos en cuestión se encuentran aglutinados en el llamado Frente Polisario, creado el 20 de mayo de 1973 en Tinduf, con ayuda y protección de Argelia. En verdad, este grupo jamás se abocó a combatir al colonialismo español, por lo cual siempre fue tolerado por las autoridades fascistas del régimen franquista. Curioso movimiento independentista, su “lucha” no se centraba en combatir a los invasores europeos de su territorio sino al “anexionismo” marroquí.
Gracias a la formación política de los instructores argelinos, sus miembros centraban la propaganda en el carácter «reaccionario» de Marruecos y la índole progresista» de Argelia; exponían -siguiendo la pauta del Gobierno franquista- las ventajas económicas y políticas que la independencia otorgaría al país y prometían el apoyo fraternal de Argel " en caso de «agresión» marroquí. Sus lemas y consignas resultaban, sin duda, más atractivos que los del PUNS v actuaban sobre un terreno abonado: el de la tenaz propaganda antimarroquí, orquestada, con todos los medios, por la Administración española.
Es bien conocido que la mayoría de las ONG que apoyan al Polisario invocan la causa del Sahara Occidental para recibir fondos, embolsan fuertes sumas en dólares pagadas por el petróleo argelino. Sin embargo, Argelia no ha tenido la misma vocación altruista con otros conflictos en la misma región.
Aparte del caso del Sahara Occidental, nos recuerda la historia reciente, la diplomacia argelina no se ha mostrado jamás favorable a las aspiraciones de minorías oprimidas: condenó la secesión de Biafra, denunció el separatismo de Cabinda, e incluso apoyó a Addis Abeda contra los movimientos independentistas eritreos cuando que tenían bases étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales infinitamente más razonables que aquella que invoca el separatismo “saharaui”.
Todavía más doloroso podría ser para ciertos “progresistas” españoles, que desde sus ONG se llenan el estómago y los bolsillos con tragedias como las de los pueblos del Sahara, acabar descubiertos ante la opinión pública como simples continuadores de los planes de su caudillo fascista, Francisco Franco.
El premio Cervantes Goytisolo recuerda que tras los últimos fusilamientos del franquismo, el de cinco militantes revolucionarios españoles el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, los únicos países del mundo que se negaron a condenar los hechos fueron el Chile de Pinochet y la Argelia de Boumedian.
En aquella grave crisis fueron ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Estas ejecuciones levantaron una ola de indignación contra el gobierno de España en todo el mundo, menos en la “progresista” Argelia.
Es que al decir de un filósofo, la ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve "miopes".
Escribió Carl Levi Strauss que nada se parece más al pensamiento mítico del hombre que la ideología política. En el caso de la falsa ideología “progresista” creada para lucrar con la tragedia de los pueblos del Sahara Occidental, no queda otra que darle la razón.
|