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Infancia sometida a violencia

Textos que se firman para incumplirlos
Julio Ortega Fraile
jueves, 12 de febrero de 2015, 09:28 h (CET)
Como resultado del trabajo de la Fundación Franz Weber con el asesoramiento de CoPPA (Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos) dentro de la campaña Infancia SIN viOLEncia, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU instó al Gobierno Colombiano a apartar a los menores de la violencia inherente a la tauromaquia, refiriéndose tanto en su participación activa como en calidad de espectadores. El poder ejecutivo de ese país, con sus escuelas para toreros, su lidia tradicional o sus corralejas, tendrá que cumplir la medida sin excusa, y habrá de hacero porque su poder legislativo ratificó en 1991 la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño aprobada en noviembre de 1989.

Y ahora pensemos: ¿hay diferencia entre una corrida de toros en España y en Colombia?, y sobre todo: ¿la hay, acaso, en conceptos y principios universales (y así los interpreta el Comité, con carácter de universalidad), como violencia o protección del menor? No, no hay ninguna, y porque España, en 1990, también firmó el texto final de la Convención, a qué espera nuestro país para hacer lo que ésta ha dictaminado para idénticas condiciones en otro, ¿a que se lo diga la ONU como a Colombia, que nos lo dirá? ¿Es que necesitaríamos que viniese un policía para impedirnos esclavizar a un crío? No se escandalicen por la comparación, ese Comité considera que un niño torero está sometido a la misma categoría de violencia a la que por ejemplo estaría expuesto con su explotación laboral: la peor.

Si España no cierra inmediatamente las escuelas taurinas e impide la entrada de menores en cualquier espectáculo taurino, llámese becerrada, alanceo, corrida, toro embolado, correbous o cualesquiera otras modalidades de nuestro amplio, terrible y vergonzoso repertorio, entonces España debe abandonar la ONU, porque su firma habrá sido tan falsa como lo es su preocupación por la protección de los derechos de los niños.

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Es una pregunta dura y difícil de contestar, pero como articulista hay que hacerla y hacérsela a uno mismo y a la sociedad. ¿Existen indicios de disolución de ambas realidades? Por un lado, los Estados Unidos de Europa, o, cómo al final se le denomine, es una realidad que está en potencia, como nos diría Aristóteles, pero no en acto, está “in fieri”, está haciendo y haciéndose, pero no está hecha, estamos a medio camino.

Necesitamos reencontrarnos con nuestra propia historia de amor, hacer las paces entre nosotros y contribuir a que el entusiasmo por lo sistémico forme parte de nuestro horizonte, siendo cada día más diligentes con el espíritu donante, creativos y perseverantes en la esperanza.

No es casual que ayer, Sábado Santo, no me haya pronunciado en absoluto. No es olvido ni indiferencia, sino más bien una actitud de espera, luto y fe contenida. Es un día en el que la Iglesia calla, acompaña a María en su dolor indecible, y permanece junto al sepulcro sellado. No se celebra la Eucaristía, no hay palabras de júbilo, no hay predicación, porque el Verbo hecho carne, ha sido entregado al silencio de su muerte terrenal.

 
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