Dijo el conde de Mirabeau que para vivir existen tres métodos: mendigar, robar o realizar algo. En algunos casos, algunas personas hacen las dos primeras cosas pero sin realizar nada.
A la especie pertenecen muchos miembros de fundaciones y ONG en America Latina y Africa, grandes especialistas en invocar causas altruistas y fingir que suplantan al estado solo para embolsar fuertes sumas de dinero en provecho propio.
Como ciertos políticos que en la historia de Argentina llamaron al robo electoral que cometieron “fraude patriótico”, en el Sahara se comete un fraude humanitario.
Es lo que sucede con la ayuda destinada a los refugiados del Sahara Occidental, rehenes de estas organizaciones que perpetúan una causa solo para lucrar con la desgracia de los pueblos del desierto. Un detallado y reciente informe de la OLAF, Agencia de la Comisión Europea que lucha contra el Fraude, es elocuente.
En uno de sus párrafos, reproducido por la prensa española, señala que "El hurto empieza entre Orán y Tinduf: los camiones [...] llegan a Tinduf. Faltan mercancías, generalmente varias toneladas. El responsable saharaui firma la entrega y recibe dinero del chófer del camionero para compensar lo que falta, entre 10.000 y 40.000 dinares argelinos" que, al cambio, eran entonces hasta 500 euros. "Esas cantidades remontan la escala jerárquica y todos se aprovechan. Los nombres son los siguientes [...]. Las mercancías apartadas son después vendidas en los mercados de Argelia".
Hace alusión a donaciones enviadas entre los años 2003 y 2007 que acabaron, en gran parte, vendidas en mercados de Argelia, Mauritania o Mali. Los responsables de la malversación, dice el informe, la mayoría de las veces ni siquiera se molestan en desembalar lo que sustraen para vender. En algunos casos, se suplanta el contenido de los envases de las donaciones por productos de menor precio y calidad, ganando fortunas con el reemplazo.
También se consigna que organismos europeos donaron en tiempos previos a mediados del año 2005, fondos para construir hospitales y colegios, incluyendo el monto para contratar mano de obra saharaui para levantar las edificaciones. Para aprovechar mejor la donación, las autoridades saharauis usaron mano de obra esclava de presos de guerra marroquíes que aún tenía en sus prisiones.
Un miembro de la OLAF testimonió que, durante sus vacaciones en Mali, vio con sus propios ojos cómo se descargaba en un centro comercial leche en polvo, desde bolsas que consignaban que se trataba de ayuda humanitaria europea.
El fraude fue posible gracias a la complicidad de las autoridades argelinas, que exageraron enormemente las cifras de saharauis refugiados para ganar la diferencia.
El fraude era conocido desde diciembre de 2014, sin embargo, la “ayuda” continuó.
Según la eurodiputada alemana Ingeborg Grassie, la malversación de la ayuda humanitaria en el Sahara es escándalo de grandes dimensiones.
Representantes del Polisario en Europa, otras veces muy locuaces, no respondieron a requerimientos de la prensa española sobre el fraude. Aunque se conoce del enriquecimiento ilícito de varios líderes del Polisario, estos delitos siguen impunes.
La OLAF está lejos de ser la única organización que ha realizado este tipo de denuncias. La Cruz Roja española hizo saber años atrás que 385.000 euros entregados a la Media Luna Roja Saharaui para la compra de camellos no fueron usados en ello.
Fuentes marroquíes han señalado con ironía que como fruto de estas malversaciones, “algunos altos dirigentes del Polisario se han acumulado, en pocos años, fortunas dignas de la clasificación de Forbes”.
Ello sin mencionar su implicancia en delitos peores como el tráfico de armas o estupefacientes, que fogonean la insistencia con que se promueve la creación de un estado fallido en el desierto.
Este tipo de fraude es común en otras regiones como Latinoamérica, donde usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, instalados en las llamadas ONG, disputan la representatividad popular a los líderes políticos. Los líderes de estos grupos se eligen a sí mismos, pero a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.
Un ejemplo de que en todas partes se cuecen habas y de que no hay nada nuevo bajo el sol, es el fraude humanitario en el Sahara Occidental.
|