Mis queridos amigos:
Estamos en el tiempo de la inmediatez. De la pérdida de la serenidad en la comunicación. Del olvido de la cuidada y bellísima redacción epistolar por parte de algunos. De la ausencia de esos pedazos de vida, escritos negro sobre blanco, que se guardaban para siempre. De esas cartas de amor, de pésame o de negocio. De esos tratamientos epistolares decimonónicos. De los amanuenses sentados en los mercados o en las esquinas de los barrios más pobres, dedicados a transmitir buenas o malas noticias a los soldados, los emigrantes o los familiares perdidos por el mundo.
Cada día vemos con tristeza como nuestros buzones están vacíos de misivas y llenos de propaganda. Nuestros correos electrónicos, o nuestros whatsApp, están plenos de “memes” “emoticones, abreviaturas y faltas de ortografía, que les quitan todo la poesía y el sentimiento.
Una bendita enfermera del Hospital Carlos Haya (yo le sigo llamando así), ha tenido la maravillosa iniciativa de solicitar cartas de apoyo para los enfermos de Covid que se encuentran allí internados. La petición ha contado con un éxito extraordinario. Un aluvión de misivas de apoyo les ha llegado de toda España.
Yo quiero llegar más lejos. Acercarme con el pensamiento y los mejores deseos al colectivo de mayores que pronto va a cumplir un año de confinamiento lejos de los suyos y viviendo una situación límite de soledad para muchos. Enviarles este escrito que espero lean con detenimiento.
Creo que con este deseo me acerco a las intenciones que nos ha transmitido el Papa Francisco para esta Cuaresma. En las mismas hace menos hincapié en el ayuno y la abstinencia de alimentos, y más en la cercanía y el amor a los demás. Entre otras cosas nos dice:
Ayuna de palabras hirientes, de descontentos, de enojos, de pesimismo, de preocupaciones, de quejarte, de presiones, de tristezas, de egoísmo, de falta de perdón, de palabras vacías.
Llénate de paz, de confianza, de alegría y de vida. Ríe, comparte, perdona, escucha, ayuda, ten esperanza, confía en Dios, y vive.
Una vez más Francisco ha dado en el clavo.
Recibe este escrito. Tuyo que lo es.
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