Sin lugar a dudas, hoy vivimos un tiempo de profundas transformaciones y retos. Desafíos que en los ámbitos económicos y empresariales nos enfrentan como sociedad ante la necesidad de adaptación de nuestro modelo productivo y de desarrollo en un tiempo, el siglo XXI, que será un profundo catalizador de cambio en el sistema laboral, mercantil y de consumo. Así, hitos, como los vinculados al avance exponencial tecnológico de la cuarta revolución hoy presente en todos los ámbitos de nuestra vida, la eclosión de la inteligencia artificial, los sistemas de teletrabajo, el avance de las finanzas descentralizadas o la robótica vienen a ofrecer un panorama disruptivo. Ese, ante el cual los gobiernos públicos y el sector privado deben de enfrentarse desde la necesaria cooperación, elemento fundamental para generar riqueza compartida y un progreso necesario a partir del cual ofrecer las oportunidades que estos cambios pueden presentar ante la ciudadanía. Máxime, cuando los riesgos de este tiempo también arrojan la posibilidad por contra de una nueva configuración socioeconómica de profundas diferencias entre quienes tendrán la posibilidad de abonarse al progreso de este nuevo tiempo y quienes por el contrario verán decaer su proyección profesional, empresarial, económica y personal. Algo, que podría conllevar la aparición de profundas crisis sociales y del debilitamiento de las propias democráticas ante la pérdida de confianza de una ciudadanía atenazada por la incertidumbre ante el cambio y la falta de identificación de la salida o la oportunidad en este marco.
Así, hoy, Andalucía se enfrente a una cita con su historia, y lo hace en un momento en el que la toma de decisiones llevadas a cabo en el seno de los gobiernos públicos y los consejos de administración de las empresas del territorio marcaran el futuro de las generaciones que nos procedan. Dos caminos, se presentan así como posibles, por un lado el de la apuesta por una tercera modernización que genere un efecto transformador de la estructura socioeconómica de Andalucía o por el contrario seguir el camino de la inamovilidad de nuestras estructuras productivas, formativas, sociales y económicas en una apuesta por la continuidad. Sin lugar a dudas, las oportunidades de este nuevo tiempo se enmarcan en el primer ámbito, ese en el que toca llevar a cabo una revolución en multitud de aspectos: La apuesta por la reindustrialización de Andalucía poniendo en valor el territorio, La generación de una política de incentivación fiscal y tributaria para el desarrollo y la atracción del talento emprendedor, startup y empresarial, La reforma de los modelos educativos y universitarios con una visión de futuro en la generación de itinerarios formativos orientados a los sectores de demanda del mercado profesional, la generación de una especialización de la economía andaluza aún mayor en los ámbitos de las nuevas economías verdes desde una óptica transversal, la eclosión de la agroindustria como una realidad completa en el tejido productivo o la digitalización del ecosistema empresarial son sólo así algunos de los objetivos necesarios en esa tercera modernización ante la cual la Andalucía del Siglo XXI debe mirar. Y hacerlo además desde la ambición de transformación de una región que no debe depender en exclusiva del sector servicios o turístico ni resignarse a tasas de desempleo general y juvenil que la sitúan en el vagón de cola de la transformación global de la economía que hoy vive nuestra sociedad. Aparece aquí, como fundamental también sin lugar a dudas la apuesta por un desarrollo de un profundo proyecto de formación y reactualización laboral que dando peso a la formación profesional especializada apueste por la generación de un nuevo mapa de oportunidades.
Y para todo ello, Andalucía, tendrá hoy un aliado único y una oportunidad histórica, esa que en forma de fondos europeos de recuperación y de Next Generation ofrecerán a los gobiernos públicos y las empresas andaluzas la financiación e inversión económica necesaria para construir esa tercera modernización que tanto necesita esta región. El futuro dirá si fuimos capaces de entender esta cita con la historia y de aprovecharla hasta sus últimas consecuencias.
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