Aquellos que nos dedicamos a ver con lupa las alternativas que la vida nos va deparando, podemos caer en el error de sumarnos al desencanto general producido por la situación política, económica y la maldita pandemia que no acaba de iniciar su desaparición.
Es muy fácil llenar páginas que recojan los errores que a diario cometen los responsables de estas crisis de todo tipo. Basta con mirar un poco a nuestro alrededor para identificar actitudes torpes, ineficaces, partidistas y malintencionadas. Pero no todo es así. Llevo años intentando resaltar situaciones, formas de ser y ejemplos palpables de realidades positivas que, sin duda, están a nuestro alrededor sin apenas hacerse públicas. Las buenas noticias no venden porque apenas exacerban el morbo. Basta ver un telediario, un programa del ¿corazón? o un reality show, para darse cuenta de lo que resaltan.
Mi buena noticia de hoy no se basa en un hecho aislado. Se trata de un cambio de actitud palpable por parte de los funcionarios, sanitarios o responsables de la atención al público en los diversos establecimientos. Hasta ahora casi nunca me había sentido maltratado por parte de aquel que me atendía. Supongo que se debía a un sentimiento recíproco. Cuando tratas al que te recibe con educación y respeto, inmediatamente cambia la actitud de tu interlocutor.
Pero he podido observar que en los últimos tiempos aun es más acendrada esta actitud positiva. A lo largo de este año he recibido la llamada cariñosa y competente de mi doctora de cabecera cada vez que la he necesitado; desde el Clínico, y con motivo del tratamiento para mi apnea del sueño, he recibido la correspondiente prótesis y me han atendido inmediatamente (en menos de un par de horas) cada vez que les he realizado una consulta sobre su uso. La última vez vino la enfermera a mi casa para resolver mis dudas.
El resto de los funcionarios en general se han adaptado con gran facilidad a la tramitación de todo tipo de documentos de forma telemática. La misma se realiza de una forma rápida y eficaz. Sin desplazamientos ni colas. De verdad; estoy totalmente encantado. Consigo seguir realizando mi trabajo como responsable de una ONG sin moverme de mi casa. Gestiones bancarias y con la administración en general se pueden efectuar fácilmente a través del ordenador.
Todo esto es en sí una buena noticia. No conozco el porqué. Pero lo cierto es que la sonrisa y el buen hacer se hacen más patentes a través de la cibernética que del desplazamiento, las ventanillas y las colas. Espero que cuando volvamos a la normalidad se mantenga este espíritu. Estos años malos nos han enseñado mucho. Creo firmemente que vamos a salir mejores de esta situación.
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