La contaminación acústica es uno de los problemas medioambientales más importantes de la sociedad actual. En contra de lo que algunos podrían pensar, el ruido ambiental no solo supone una pérdida de confort en las personas afectadas, sino que constituye un grave problema de salud pública, que afecta a un gran número de personas.
Para hacernos una idea de la magnitud del problema, según los datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, la exposición prolongada al ruido ambiental causa 12000 muertes prematuras cada año en Europa y contribuye a 48000 nuevos casos de cardiopatía isquémica. También se estima que 22 millones de personas se consideran altamente afectadas por el ruido y 6,5 millones de personas sufren trastornos crónicos del sueño por esta causa.
La solución a este problema requiere una acción decidida y coordinada por parte de la Administración y una intensa labor de concienciación en cuanto a los riesgos para la salud debidos a la exposición al ruido ambiental y a la importancia de vivir en un entorno acústico saludable.
Concretamente, por lo que respecta al ruido ambiental, la Directiva 2002/49/ establece, entre otras cuestiones, la necesidad de realizar, cada 5 años, mapas estratégicos de ruido de las ciudades de más de 100.000 habitantes, así como de los principales aeropuertos y las grandes vías de tráfico y vías férreas.
La situación actual en España es preocupante, al menos si la valoramos a partir del grado de cumplimiento de nuestras obligaciones con respecto a los compromisos adquiridos con la Unión Europea. En la última fase de elaboración de mapas estratégicos de ruido, que se produjo en 2017, y según las mismas fuentes, España cumplimentó, aproximadamente, el 20 % de los mapas de ruido a los que estaba obligada. Esto nos sitúa a la cola de Europa, solamente por encima de Chipre, Grecia, Liechtenstein y Eslovaquia, que no han enviado mapas de ruido en ninguna de las fases anteriores, y de Italia, que presenta niveles de cumplimiento inferiores a los de nuestro país.
Pese a esta evidencia, desde la Sociedad Española de Acústica confiamos en que la implicación de la Administración en la próxima fase de mapas estratégicos de ruido, que se cerrará en 2022, nos devolverá a los primeros puestos en cuanto a cumplimiento de nuestras obligaciones, que es donde nuestro país ha estado siempre.
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