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Histórico Real Madrid: póquer de títulos (85-90)

Los blancos cierran su mejor temporada tras vencer al Barcelona por la vía rápida
Rafael Merino
miércoles, 24 de junio de 2015, 18:40 h (CET)
Ficha técnica
85 - Barcelona Satoransky (10), Oleson (10), Hezonja (-), Doellman (12) y Tomic (29) —cinco inicial—; Huertas (1), Abrines (16), Pleiss (2), Thomas (-), Jackson (3), Nachbar (2).
90 - Real Madrid: Llull (10), KC Rivers (9), Rudy Fernández (4), Felipe Reyes (6) y Ayón (8) —cinco inicial—; Nocioni (11), Maciulis (10), Rodríguez (11), Carroll (19), Slaughter (2).
Parciales: 17-17, 17-31, 33-17 y 18-25.
Árbitros: Hierrezuelo, Pérez Pizarro y Calatrava. Sin eliminados.
Incidencias: Tercer encuentro de la final de Liga Endesa, disputado en el Palau Blaugrana, ante 7.247 espectadores.
Lo nunca visto en 85 años de historia del baloncesto en el Real Madrid. La entidad blanca cerró un curso con pleno absoluto de trofeos. Ganó todo lo que podía ganar: Supercopa de España (octubre), Copa del Rey (febrero), Copa de Europa (mayo, y tras 20 años de sequía) y Liga Endesa. Nunca antes ni el Real Madrid ni ningún otro club habían culminado una temporada tan perfecta como la conseguida por el equipo de Pablo Laso. Hay que remontarse más de cuatro décadas (41 años para ser exactos) para encontrar similitudes: en las temporadas 1964-65 y 1973-74, el Real Madrid conquistó un triplete (Copa del Rey, Copa de Europa y Liga). Entonces no existía el torneo de Supercopa. Y eran tiempos de excelsos nombres de este deporte, de verdaderos referentes como Ferrándiz, Luyk, Szczerbiak o Emiliano.
En el feudo del eterno enemigo. El Barcelona sucumbió ante el poderío del Real Madrid. Los azulgranas cayeron por la vía rápida: tres encuentros y tres alegrías blancas. Fue el triunfo del baloncesto alegre y ofensivo -y edificado sobre una sólida defensa- que ha inculcado Pablo Laso en Madrid. Fue la victoria de un grupo unido, siempre comprometido con la causa y con un hambre voraz. Fue la culminación de un proyecto, muy trabajado y perfeccionado, en el que pocos creyeron y al que el tiempo ha situado, a entrenador (Laso ha sido elegido como mejor entrenador del curso) y jugadores (mención de MVP para Rudy, Nocioni, Reyes y Llull de cada una de estas competiciones ganadas), en el Olimpo del Baloncesto. El Real Madrid es histórico. Suma su primer póquer. Y habrá más.

Más baloncesto, más hambre, más concentración... blanca
El tercer encuentro rompió todos los esquemas tácticos y pronósticos previos. No respondió a los cánones que se esperan de un encuentro de estas características. Porque ni el Barcelona -tras dos derrotas seguidas; dolorosa la segunda- mostró colmillos de entrada y porque ni el Real Madrid se mostró distendido. El primer cuarto fue un pulso tan equilibrado (17-17) como inesperado. El Barcelona, ausente Navarro, se echó en los brazos de Tomic. El balcánico no rehuyó su compromiso con el liderazgo y estuvo en sus guarismos (29 puntos y 36 de valoración). Pero éste arma es insuficiente para doblegar al Real Madrid. Tomic no encontró apoyos hasta bien entrado el tercer cuarto, cuando con todo cuesta arriba aparecieron Abrines (16 puntos) y Doellman (12 puntos). Hasta entonces, Tomic sostuvo al Barcelona. Enfrente, este Real Madrid no es el Real Madrid de otras épocas.

No lo es porque, sencillamente, no se asustó ni se sintió presionado por el ambiente del Palau Blaugrana. Al contrario, se movió con sus mismos registros de siempre: buenas defensas, ataques rápidos, constantes tiros (acierto claro desde el perímetro), rápidos movimientos de balón y máxima concentración. Eran evidentes señales de querer abrazarse cuanto antes al trofeo de Liga Endesa. Consecuentemente, poco a poco, fueron entrando en ebullición hasta empezar con 8 puntos arriba (22-30) y situarse con 14 puntos a su favor, justamente en los albores del segundo cuarto, tras endosar un parcial de 17-31. Los nervios cundían en el Barcelona. Las sensaciones eran negativas y para más preocupación, la segunda unidad del Real Madrid (Sergio Rodríguez, Carroll, Nocioni, Maciulis y Slaughter) estaba rayando con más efectividad que los ‘teóricamente titulares’ (Laso dijo a la conclusión: “tengo un gran equipo de trece estrellas”).

Segunda unidad: la fuerza
Con todo perdido, o casi, el Barcelona se deshizo de sus temores y empezó a defender y atacar con más criterio el aro, y sin recaer toda la responsabilidad en Tomic. Fueron momentos para Abrines y Doellman, más algún tímido acierto de Oleson. Parecían jugar más cómodos, como si se hubieran liberado de estar en una final de Liga Endesa y estar obligados a ganar. Tanto que el Barcelona volteó el marcador hasta ponerse por encima del Real Madrid (67-62). Se volvió a creer en alargar esta serie. Fue un espejismo, a pesar del parcial de 33-17. Ni había recursos vivos -es decir, fondo de armario en un equipo con un presupuesto superior a los 22 millones de euros- para aguantar hasta el final ni para detener al Real Madrid. Porque a partir de ese instante, el cuadro de Laso despegó hasta el título. Fueron los momentos anotadores de Carroll (11 puntos en el último cuarto y con canastas a cuál más importante), Maciulis y Sergio Rodríguez, éste con una magistral dirección como base. Nocioni y Slaughter aportaron defensa, coraje y puntos, especialmente el argentino con sus triples. Y ya se sabe. Cuando el Real Madrid se sitúa arriba en el marcador, sabe manejarse sobre la pista; máxime cuando estaba a las puertas de entrar con todos los honores, y por derecho propio, en el Olimpo del baloncesto. No todos los días se consigue el póquer de títulos: Supercopa, Copa del Rey, Copa de Europa y Liga Endesa. Este Real Madrid es historia viva del baloncesto. No sólo por sus trofeos; por su juego, también.

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