Marimar López Almagro ha sido ciudadana de diversos lugares de España. Su formación académica discurrió por el ámbito de las ciencias y ejerce la geología como profesión. Es autora de algunas publicaciones técnicas. Cada lágrima pedía una palabra (Editorial La Equilibrista, 2021) es su primera obra literaria publicada y su presentación como poetisa.
“Cada lágrima pedía una palabra” es un poemario escrito casi a modo de diario. Se trata de confesiones íntimas que nos desvelan las entrañas de una gran historia de amor. Estas confesiones se convierten en poemas apasionados en los que se hace una loa desmesurada tanto hacia el amor en sí como hacia la persona objeto de ese amor. Se desarrollan una serie de dudas y contradicciones que siembran cualquier relación sentimental.
“Pero araño la parte interior del cráneo para despegar alguna expresión,
mirando la pantalla sin saber qué va a ocurrir primero,
que yo escupa por fin un sentimiento o
que aparezcas tú como de la chistera de un mago.”
(Cada lágrima pedía una palabra, La Equilibrista)
David Yeste (Terrassa, Barcelona, 1969), músico, narrador y poeta, es autor de las obras: La maniobra de Heimlich”(Playa de Ákaba), La despiadada frontera entre el silencio y el latido (Piediciones), No escribiré un bestiario (Ediciones Liliputienses), 24 vintervariationer (Premi Miquel Martí i Pol 2016, Universitat Autònoma de Barcelona), Pintura roja y papel de fumar y La Periferia del Gesto (La Garúa). Es, también, antólogo y coautor de la antología de poesía Generación Subway (Playa de Ákaba).
“El inventor de etimologías” es un libro sin pretensiones académicas. Está escrito en forma de un drama, con al menos dos personajes —él y ella— y planteado como una road movie, en la que el viaje es el viaje de la vida. Yeste nos cuenta su cotidianeidad desde la reflexión honesta. No presume de estar satisfecho ni insatisfecho. Aquí nada es seguro, nada está soldado al suelo. Se canta la provisionalidad. La ciudad es un lugar de acampada. Y todo lo que ocurre tiene sentido porque los amantes se encuentran en armonía, porque sienten un deseo mutuo, porque se regocijan en su intimidad.
“David Yeste dice: se quedaron las manos / sin espalda en la que posarse, aves condenadas / a migrar eternamente. (…) Así se quedó todo. / Como incompleto. / Como inacabado. / Como un reloj sin agujas latiendo en el pasillo (…). Quedan menos lugares a los que escapar, dice. Y yo le creo.” (El inventor de etimologías, La Equilibrista)
Pedro Rubén Piñol García (Tortosa, 1953) estudió Economía y Filosofía en la Universidad de Barcelona y siempre ha sido un lector habitual de una amplia gama de textos. Es un atento observador de la vida que le rodea, cosa que le incita a reflexionar sobre las personas, su existencia, sus valores y la sociedad que las acoge, aspecto que se refleja en sus obras.
El poemario “Ecos” se divide en tres apartados, con sus “ecos de la cotidianidad”, “ecos de la diversidad” y “ecos de la reflexión”, que dan cuerpo a la obra y que, aparte de desmitificar ciertas cuestiones, ponen el acento en un enfoque diferente al que por tendencia estamos acostumbrados a ver. De cualquier modo, intentan ser muy sinceros y si “la poesía es un arma cargada de futuro”, tal vez resulten útiles a las personas que los lean.
“La fantasía del niño no emula ningún pasado,
es un presente sincero que da vida a lo gastado,
es una luz sibilina de un fulgor arrebatado
o una espada afilada que rasga los velos falsos.”
(Ecos, La Equilibrista)
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