Pedro Sánchez, en visita didáctica a Nueva York, sin hueco en la agenda para recibir al presidente USA Joe Biden. Aclamado, revisa los almacenes Macy’s sin rebajas. La bolsa de Nueva York responde al alza. Impávido, ante los cuernos tiesos del toro espatarrado de Wall Street.
En Hollywood, la academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas sustituye la estatuilla óscar por la efigie sin retocar del Presidente del Gobierno de España. Una señora de Consumo, directora general, o algo así, y vegana, superada la crisis de gobierno, engulle ante la televisión un chuletón de berenjenas con chufas, en apoyo de las huertas valenciana y murciana, la fruta de Aragón y la fresa de Aranjuez. La Excma. Sra. doña Madreselva, Lady Selvita en United Kingdom y Navacerrada, asesora del arzobispo de Canterbury a propuesta de Juanita Esférica (Disciplina Iván Redondo). La agrupación ‘Moros, cristianos y ateos, sin pólvora pero con trabucos’, propone a Pedro Sánchez para el premio Nobel de La Paz y, si caben, los de Míster Mundo, ¡Válgame Dios! ¡Ay, la leche! y ¡Lo que hay que ver!
“Confundid al pueblo y su destino quedará en vuestras manos”.
Las Informaciones Moncloa Palace, o lisonjas a Su Persona, existen. No son las anteriores, aún, pero se parecen. Conocemos el estorbo de Sánchez al andar displicente de Biden por un pasillo, que arrinconó a Iván Redondo y nos avergonzó. También su pavoneo por la calle en Manhattan. Vemos las órdenes y argumentarios que se dictan desde los partidos políticos que están en el ‘candelabro’.
Y soportamos, a diario, las estupideces de unas, las payasadas de otros y simplezas tan notables como la que circulaba anteayer en internet: La Vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en un berenjenal, a costa de la patria-matria, luchando contra la razón y la lengua, antes de la ayuda del genial Antonio Ozores con un fárrago gracioso. Ozores es simpático, pero la situación de la Vicepresidenta no. Da pena.
Si fueran casos aislados o meteduras de pata debidas a la capacidad de los que hacen el ridículo en el Gobierno de Sánchez, podríamos mirar a otro lado o apuntarnos al turno de los perdonavidas bobos que disculpan todo. Pero lo que ocurre no es debido a bobalicones. Las declaraciones de Díaz, las de las dos ministras Montero, las de Belarra, incluso las de Ábalos y la carne de Garzón salpimentada por Sánchez no son errores. No pueden serlo. Son la consecuencia, astuta y ladina, de algo preparado. Una tras otra, y muy veloces, son fruto de un plan previsto. Hay un síntoma que, desde fuera, es fácil descubrir: Beligerancia.
Desde siempre, una de las características de la izquierda política, tenga o no connotaciones de clase, es su postura beligerante, de guerra. El Gobierno de España, hoy de izquierda, en coalición PSOE-UP y en lid entre ellos en busca de unos votos que fluctúan, es pendenciero. Contra una derecha que hace la oposición que le toca, el Gobierno podría gobernar, pero lo suyo es una movilización guerrera.
Pandemia con crisis sanitaria, social y económica, pero, en vez de encararla, el Gobierno la usa para implicar al enemigo que necesita: una derecha que convierte en ultra. Muertos, enfermos, paro, escasez y hambre. Importan pero no sirven, las noticias deben ser útiles. De ello se encargan las Informaciones Moncloa Palace. Raca-raca. Aló presidente. Ley de Memoria histórica. Desmemorias histéricas. Cambios de nombres de calles. Exhumación de restos. Los de Franco por los aires y los de Primo de Rivera pendientes de destino. Revisiones de golpes de Estado, no todos. Y un ambiente, buscado, en el que fluyen odios, resabios y rencores viejos, que estaban superados, para preparar un fangal en el que, sobre todo, aflora como noticia una posibilidad útil: Pedro Sánchez líder del único gobierno posible, el suyo.
¿Estrategia diseñada por Iván Redondo?, ¿Bulla buscada porque ‘Nos conviene que haya tensión’, que confesó Rodríguez Zapatero a Gabilondo?, ¿Técnica del actual inquilino en la Moncloa? Lo que se pretende es confundir y crear ambiente bélico. La vieja herramienta usada desde tiempo inmemorial: “Confundid al pueblo y su destino quedará en vuestras manos”. El consejo es de Sun Tzu (maestro Sun), un general, estratega, militar y filósofo chino, autor del ‘El Arte de la Guerra’, probablemente escrito entre los años 400 a.C. y 320 a.C. propugnando una forma para ganar la guerra sin producir bajas. Lo recuerda Cristina Martínez Jiménez en su libro ‘La Verdad de la Pandemia’.
Las noticias que se difunden desde el Gobierno, y que extrañan, son de ese tipo. No son las simplezas que parecen, ni chorradas ministeriales soltadas al tuntún. Tienen motivo. Son las útiles Informaciones Moncloa Palace.
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