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Cuantificar las realidades es uno de los puntos del método científico hipotético-deductivo de Galileo, basado en la Escuela de Padua de Medicina. Por tanto, cuantifiquemos... ¿Cuántas agencias de noticias hay en el mundo, en Europa, en España…? ¿Cuántos periódicos hay en el mundo, en Europa, en España? ¿Cuántos medios de comunicación: radios, televisión, etc., existen en el mundo, en Europa, en España…?
Relatar es “volver a traer”. Relatar es redactar una construcción narrativa para dar sentido a los datos que se han producido. Es decir, complementar una noticia. Constantemente estamos utilizando el “relato” como una forma de aclarar si es necesario una noticia, a fin de hacerla más comprensible por el lector.
El amanecer del siglo XXI marcó el inicio de la era de la información, una época definida por el acceso instantáneo y casi ilimitado a datos de todo el mundo gracias a internet. Esta revolución digital ha transformado radicalmente el modo en que consumimos noticias, pasando de los métodos tradicionales, como periódicos y televisión, a plataformas digitales que ofrecen contenido diversificado y en tiempo real.
Los medios de comunicación informan, forman y entretienen; eso ya se sabe, pero a veces trascienden estas funciones y llegan a informar desde puntos de vista menos aceptables, por ejemplo dejan que formemos una opinión específica con sus palabras.
Al ser un periodista “raro” que llega a este estatus, después de muchas otras actividades, como premio a una situación de jubilado, mi acceso a los medios de comunicación ha sido siempre desde el papel de emérito. Comencé desde el diario de Málaga. Un periódico que desapareció de la noche a la mañana, por encontrarse inmerso en un procedimiento judicial enrevesado.
Este es mi segundo articulillo después de mi “recuperación”. Algún amigo me ha indicado que en el anterior puse “guerra de Croacia” en lugar de guerra de Ukrania. Arreglado mi error, aunque no la guerra. Hice propósito de tratar cosas positivas, pero no parece que pueda hacerlo. La situación política de España no puede ser peor, en mi opinión.
Desde el mes de noviembre pasado no me había sentado ante el ordenador. Mi mala salud, unida a mis 85 años, me han tenido sin salir, sin poder andar y con mareos frecuentes. Creo que a las personas que me han leído a lo largo del tiempo les debía una explicación al desaparecer bruscamente de las páginas que aceptaban mis modestas colaboraciones.
Muy de mañana con la alegría, que ese día domingo a inicios del mes de diciembre del corriente año, nos tocaba según acuerdo familiar, a nosotros celebrar en nuestra casa el canto reverencial que por maravillosa tradición religiosa, solo en Nicaragua se le canta a la Virgen María.
Estamos hartos de oír aquello de que “las comparaciones son odiosas”, refrán citado tanto en “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” como en “La Celestina”y muy usadocon bastante frecuencia en el lenguaje común, con aires de sentencia irrefutable. Pero como yo creo que, muchas veces, las verdades absolutas suelen ser bastante relativas, he ajustado el título a esa creencia mía, con la que a nadie quiero ofender.
José Carlos Díez es un economista bastante conocido gracias a sus habituales intervenciones en los medios de comunicación, en donde ya ha dado muestras inequívocas de su falta de independencia y servilismo o de su profunda ignorancia. A diferencia de lo que me ocurre con otros economistas, como pueden ser Daniel Lacalle o Juan Ramón Rallo, con los que tengo grandes diferencias teóricas pero una relación de cordialidad y respeto, con Díez no me hablo desde hace tiempo.
En esta barahúnda constante en la que todos combaten a todos, en la que todos dicen verdades y mentiras respecto a la política tanto nacional como internacional, ¿cómo podré orientarme? Hastiado de tanto telediario teledirigido desde el gobierno o al servicio de unos pocos adinerados, opté por refugiarme en la lectura de los diálogos de Platón y poner atención a la Apología de Sócrates, incansable buscador de la verdad y condenado por ello a beber la cicuta.
Son las nueve horas del 22 de noviembre de 2021 y acabo de comprar el diario ABC, edición de Córdoba. Antes de sumergirme en su lectura, quiero aclarar que ya he oído la radio durante una hora, sin haber escuchado (salvo las deportivas que a mí me interesaban) ni una buena noticia. Albergo la esperanza de que, podré encontrar alguna idea positiva que me alegre el alma afectada con tantas desgracias ocurridas en España y el resto del mundo.
La pandemia nos ha tenido prácticamente inmovilizados. Las buenas noticias sobre su cada vez más creciente control, han permitido que una sociedad enclaustrada se eche a las calles como si de una floreciente primavera se tratara. Málaga hierve de ganas de relacionarse, de encontrarse, de abrazarse; en suma, de ser felices.
Creo que hay más gente que escribe y envía WhatsApp que gente que mande una carta y menos que se lea un par de folios. Quizás por eso los periódicos de papel tienen muros que exigen pagar para poder leer un artículo. Si pasamos por los kioscos, donde hace algún tiempo exhibían desde primeras horas de la mañana grandes cantidades de prensa escrita, ahora solo se exhiben unos pocos ejemplares.
Hay mañanas en las que, confortándote con el agua de la ducha, empiezas a torcer el gesto y no sales de tu asombro al escuchar algunas de las informaciones que te proporciona el transistor. Un poco después, cuando tras el paso por el quiosco, hojeas las páginas de tu periódico terminas desconcertado e incrédulo de lo que te has enterado en poco más de una hora.
Pandemia con crisis sanitaria, social y económica, pero, en vez de encararla, el Gobierno la usa para implicar al enemigo que necesita: una derecha que convierte en ultra. Muertos, enfermos, paro, escasez y hambre. Importan pero no sirven, las noticias deben ser útiles. La vieja herramienta usada desde tiempo inmemorial: “Confundid al pueblo y su destino quedará en vuestras manos”.
Vivimos en una situación de alarma permanente. Todos los medios de comunicación nos aturden con sus repetitivas noticias sobre el COVID-19 y una zarabanda ininteligible de cifras de contagiados, hospitalizados y fallecidos que nadie consigue cuadrar.
-Actualidad: Hoy somos los niños de ayer y los jugadores de petanca de mañana.
-Actualidad: Hoy es dentro de quince días.
Actualidad: El portal de transparencia pasa a ser opaco.
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