Desde el mes de noviembre pasado no me había sentado ante el ordenador. Mi mala salud, unida a mis 85 años, me han tenido sin salir, sin poder andar y con mareos frecuentes. Creo que a las personas que me han leído a lo largo del tiempo les debía una explicación al desaparecer bruscamente de las páginas que aceptaban mis modestas colaboraciones.
Mi situación de encierro en la casa me ha llevado muchos días a padecer las emisiones de televisión, que he podido comprobar aburren más que distraen. A la pandemia que hemos padecido le sucedió otra pandemia peor, el gobierno.
Además aún tenemos la guerra de Ucrania y Rusia que, según nos dicen es la culpable de que la vida se haya encarecido y no hay telediario que no nos muestre lo que ha subido todos los artículos que tenemos que consumir, más el gas, la gasolina y la electricidad, el índice de precios al consumo y no sé cuántas cosas más, incluidos nuestros vecinos del otro lado del estrecho.
No faltan malas noticias, fabricadas por nuestros gobernantes y los medios de comunicación para animarnos cada día y para que no decaiga la fiesta no sabemos si el famoso Covid ha sido erradicado o sigue matando viejos, entre los que me cuento. ¿Qué hacemos con las mascarillas? ¿Dónde nos las ponemos?
Hemos tenido un largo y cálido verano para pasar a lluvias y nevadas copiosas. Lo pantanos que no tenían agua ahora hay que desembalsarlos.
Hace un par de días que tomo la determinación de ir volviendo a mi vida normal y de repente nos llega el horroroso terremoto de Turquía y Siria. En Granada donde vivo también ha tenido terremotos y dicen los que saben que estamos en un sitio propenso a que se produzcan. Una de mis abuelas contaba que nació en “el año de los terremotos”, los que hicieron varios desaguisados en Alhama de Granada.
También aquí en mi provincia tuvimos los terremotos de Albolote que recuerdo con la llegada de Franco y su orden de impulsar los planes de colonización y la construcción de albergues provisionales para los que se había quedado ala intemperie.
(Si estaba buscando la forma de animarme veo que he fracasado ya que solo hablo o rememoro desgracias).
Otra cosa bastante frecuente son las encuestas que dicen conocer el futuro de nuestros partidos políticos. Es mentira. Cuando se celebren las elecciones, y el recuento se haga bien, sabremos los políticos que nos tocará padecer. (Quizás el mayor partido será el de los que se abstengan).
Viejo y convaleciente quizás ya he escrito demasiado. Ya habrá lugar para referirnos y escribir sobre la Agenda 2030, Europa, la OTAN o la ONU, con cuidado no vaya a recaer en mis dolencias. Hasta otra ocasión.
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