Decir que las pensiones es materia sensible no es nuevo, y no trato de ser original, sino de plantear cómo se ha venido utilizando lo relativo a las pensiones como motivo de bronca permanente, una bronca a muchos niveles y donde los gobiernos han utilizado a los pensionistas y a las pensiones en función de elementos e intereses, siendo el fundamental el del “chantaje político”, con el consabido déficit crónico de la Seguridad Social.
Con el tema de las pensiones se ha pasado por encima de las personas, y quieren que comulguemos con ello escondiendo la idea de que es una forma de política. Las pensiones suponen, y es donde quiero poner el acento, el modelo de sociedad que tenemos en mente y al que queremos aspirar, y es obvio que es un deseo, pero en la construcción de un ideal también hay mucha vida y mucha realidad.
Los pensionistas son a veces una colección de tópicos de muy mal gusto con los que muchos humoristas de viñeta ironizan, pero sin embargo, todo nos aleja de un modelo que tendría que apostar por entender que la vida de un mayor vale tanto como la de cualquiera, y que sin una pensión justa no hay economía sana, ni política real, ni cultura universal. Las pensiones son las que aseguran que tengamos un motivo para creer en el futuro.
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