Los medios de comunicación informan, forman y entretienen; eso ya se sabe, pero a veces trascienden estas funciones y llegan a informar desde puntos de vista menos aceptables, por ejemplo dejan que formemos una opinión específica con sus palabras. Al opinar siempre dejamos una opción al que escucha o lee nuestra opinión, esa reacción siempre debería ser libre, pero el ser humano no solo es palabra, muy a menudo las palabras se mezclan con las emociones y eso nos lleva a considerar los hechos basados en el lenguaje, maquillados con palabras de injusticias.
¿Qué si no es una guerra?, ¿cualquier guerra?, por mucho que nos cuenten sobre las más cercanas o las más cacareadas o crueles, no solo son guerras, con esa fatídica palabra se esconden varios miles de palabras que nos llevan a emociones y hechos difíciles de superar por cualquier ser humano.
Sí, cualquier guerra nos lleva a la injusticia en uno y otro bando, y en ambos lugares la injusticia entre seres humanos campa a sus anchas. No basta decir, no a la guerra como a veces lo hemos escrito o gritado, porque las guerras continúan por aquí y por allá.
Las noticias, sobre todo las televisivas, esas que se dan en microsegundos, y apenas te has repuesto te lanzan otro microsegundo con más noticias indigestas, son todas las que no podemos asimilar en tan poco tiempo. Entonces te vas al papel de noticias, o sea al periódico, o a la pantalla de Internet, esa que te las trocea como una tarta incomestible, a golpe de publicidad, y empiezas a digerirlas, o no, a humedecerlasquizá con lágrimas para que la emoción y la injusticia las tragues a conciencia.
La emoción siempre se aferra a nosotros cuando las familias pierden sus casas por incendios, y alguien será culpable de no hacer bien su trabajo; cuando una madre se despide de cuatro miembros de su familia antes del fin;cuando los hombres matan a las madres de sus propios hijos en localidades cercanas o no, y hay un recuento, unas ayudas y un minuto de silencio que grita a todas horas su recuerdo; cuando una maestra tiene a ese niño como alumno y desconocemos si sigue con ella aunque no sepa nunca qué decirle; cuando una madre vende a su propia hija siendo menor, para casarla, y deshacerse de ella recibiendo miles de euros junto a su pareja; cuando un político da explicaciones con la autoestima por los suelos porque quizá siente la injusticia en sus propias carnes, de sus propios compañeros, y se da cuenta que nadie está a salvo de las consecuencias de las emocionesmás negativas y de las injusticias de cualquier improperio.
Mientras tanto, el mundo gira a golpe de noticias bestias y los humanos se van arreciando en las prisiones reales e irreales, sin saber que las emociones y las injusticias están ahí cada día para atraparnos a golpe de telediario.
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