Como el título de este escrito es impreciso, más adelante aclararé a qué personaje me refiero. La verdad es que este apellido, no tiene gran implantación en España pues si comparamos con los García, Rodríguez, Fernández, González y López, el primero con millón y medio y -los restantes- cercanos al millón, casi nada suponen los 10.960 que tienen Garzón por primer apellido y otros 10.729 que lo tienen como segundo.
En España hay distintas casas Garzón, que desde muy remotos siglos fueron muy conocidas y consideradas; los historiadores señalan que no todos los linajes de este apellido tienen un origen común, pero destacan que muchos se encuentran en Guipúzcoa y que demostraron su fidelidad a la Iglesia de Roma. Dicho lo que antecede, en España hay dos individuos cuyo primer apellido es Garzón y, miren por donde, sus actuaciones no son de las más edificantes. Aunque es bien sabido que esas conductas no denigran a los que comparten ese bonito apellido, pues “en todos lados cuecen habas” y cada cual solo es responsable de sus actos.
El primero de ellos es Baltasar Garzón Real, juez desde 1981 y magistrado de la Audiencia Nacional desde 1988 donde investigó delitos terrorismo, narcotráfico y corrupción política. En febrero de 2012 truncó su trayectoria al ser expulsado de la carrera judicial pues fue condenado por un delito de prevaricación en el caso Gürtel. El segundo es Alberto Garzón Espinosa, economista, de ideología comunista, coordinador federal de Izquierda Unida, diputado al Congreso y ministro de Consumo por Unidas Podemos en el gobierno de Pedro Sánchez. Proclama que es un gran admirador del modelo de “consumo sostenible ¡en Cuba!” y sus actuaciones como ministro dejan tanto que desear que nadie se explica cómo no ha sido de los “salientes” en la remodelación del gobierno a pesar de la deplorable trayectoria señalando que el turismo en España tiene escaso Valor Añadido.
Su última ocurrencia, que ha levantado ampollas en el mundo de la ganadería, es hablar sobre el consumo de carne de lo que ha dado datos incorrectos y que ha merecido hasta un comentario de Sánchez como para dimitir. Como contraste a sus recomendaciones, circula por las redes, la boda burguesa que celebró, con un menú pantagruélico, tan alejada de la filosofía proletaria y marxista que promulga.
Estos comunistas son el acabose. Quieren para todo el mundo una vida modesta, pero la suya la viven como el mayor capitalista. ¡¡Como para hacerles caso!!
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