Por las noticias que nos van llegando a través de los medios de comunicación social, nos vamos enterando en estos días, con pelos y señales (pero con muchos años de retraso) de las tropelías de todo orden que cometieron los gerifaltes de la Junta de Andalucía en sus treinta y siete años de gobiernos socialistas. Son las conclusiones de las 54 auditorías, desarrolladas en más de seis mil folios, que el actual gobierno de la Junta ha encargado -a consultoras externas- para averiguar lo ocurrido en ese oscuro periplo de ideología chavista, griñanista y susanista.
Los pelos se ponen de punta al leer, por ejemplo, cómo con el sistema de esas Administraciones Paralelas “se permitía contratar a dedo y cobrar tres veces más por hacer el mismo trabajo que en las consejerías”. O que “en el año 2018 había 92 organismos (que se componían de: 10 agencias administrativas, 18 agencias públicas empresariales (3 de régimen especial),16 consorcios, 23 fundaciones y 22 sociedades mercantiles), con 28.443 trabajadores en nómina y 66 convenios colectivos diferentes”. Según dicen los auditores, “se trataba de una estructura desproporcionada, poco operativa, con duplicidad de funciones, que incrementaba el gasto público debido a su baja eficiencia”.
A mi juicio, todas estas barbaridades se crearon, como verdaderas mafias para “colocar” a los suyos y eternizarse en el poder. Todos recordamos lo de “dinero para asar vacas”, las “mariscadas pantagruélicas”, y hasta los 32.566 euros que el director de una Fundación se gastó en prostíbulos y en su declaración señaló que estaban dentro del capítulo de “relaciones institucionales”. ¡Menudas relaciones!
Por eso, para mí, a estas organizaciones no hay que llamarlas Administraciones Paralelas sino “Para lelas y lelos”. Porque así hemos sido las personas que hemos aguantado a esta gentuza casi cuarenta años. ¡Y, para más “inri”, presumiendo de honradez! ¿De cuanto más nos tendremos que enterar todavía?
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