El ocio que promueve la sociedad actual, ¿produce auténtico descanso? Una encuesta promovida por la agencia de viajes eDreams, realizada por Internet con 12.000 encuestados pone de manifiesto que los americanos son quienes tienen más necesidad de ampliar el tiempo de descaso con tiempo sabático. Un 52% de los encuestados admite que un descanso planificado en el trabajo mejoraría la salud mental. La media europea que incluye España es del 39%.
La cadena de televisión pública japonesa NHK, anunció la muerte de la periodista de 31 años Miwa Sado por exceso de trabajo. Largas jornadas laborales sin descanso, 159 horas extras en un mes con sólo dos días de descanso. La periodista cubría una campaña electoral el 2013. “Se encontraba bajo unas circunstancias que no le garantizaban suficientes días de descanso debido a la responsabilidad que le requería trabajar hasta muy tarde… Se puede decir que se encontraba en un estado de fatiga acumulada y de privación crónica de dormir”.
El juzgado social número 1 de Eibar (Gipuzcoa), “ha dado reconocimiento de accidente de trabajo a la crisis de ansiedad padecida por una trabajadora del Servicio Vasco de Salud, debido al “exceso de carga de faena”, según el comunicado sindical.
“La Agencia Europea de Seguridad y la Salud en el Trabajo considera el estrés laboral como uno de los problemas más importantes en el mundo del trabajo que se manifiestan cuando los empleados no pueden hacer frente a las elevadas exigencias de su tarea diaria por falta de capacidad”.
El 3 de marzo de 1904 se aprobó en España la Ley del Descanso Dominical que entró en vigor el 11 de septiembre del mismo año, la primera norma que prohibía trabajar en domingo. La Ley levantó mucha polémica entre el empresariado, en la clase trabajadora también. La clase trabajadora estaba acostumbrada a que el domingo fuese un día laborable, como mucho, un pequeño receso para asistir a misa. No sabía qué hacer con tanto tiempo libre.
En El Imparcial una mujer escribió quejándose que su marido malgastaba en la taberna “lo que le hacía falta para vivir”. Añadía. “Esto es lo que nos ha llevado a esta casa, llena de paz y de gloria, la ley del descanso dominical.
“El descanso semanal tiene raíces antiguas. Según algunos autores, el primer antecedente es una ley que promulgó el emperador romano Constantino el 7 de marzo del año 321d.C. El edicto establecía que se tenía que respetar la festividad del Sol Invicto (deidad pagana), no se podía trabajar en las ciudades, aunque sí en el campo” (José Carlos Huerta).
1500 años antes de Cristo ya se legisló una ley que regulaba el descanso semanal. El cuarto mandamiento del Decálogo dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para el Señor, no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día, por tanto el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20: 8-11) Quiera el Señor que el día de descanso semanal se implante sobre toda la faz de la tierra ya que haría más soportable la vida de millones de obreros que trabajan de sol a sol los 365 días del año.
Recuérdese que el descanso semanal no es de invención humana. Fue instituido por el mismo Creador para que la criatura de manera especial tuviese recuerdo de Él, de quien provienen todas las bendiciones que disfruta. La ingratitud humana conduce a olvidarse del Creador del quien procede todo lo que tiene. El pueblo de Israel favorecido por Dios de entre todos los pueblos de la tierra, a lo largo de su historia mereció ser censurado en diversas ocasiones por su Salvador por no respetar la ley del descanso semanal para dedicarlo a Él.
La institución del séptimo día se hizo antes de que existiese Israel. Está pensado para todos los pueblos de la tierra: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”, (Génesis 2: 2,3).
El cuarto mandamiento del Decálogo nos recuerda que no tenemos memoria de nuestro Creador y Salvador que da “buen entendimiento a todos los que practican sus mandamientos” (Salmo 111: 10) y que desobedecerlos tiene también sus graves consecuencias: “Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos” (Hageo 1: 5-7). Las palabras del profeta ¿no ilustran la situación actual?
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