La torre invicta. El campanario de la iglesia resiste la inundación de un pantano. Es la historia que encontramos por doquier: construcciones antiguas que recuerdan la fragilidad de los nuevos edificios.
Carlos Ortiz de Zárate apuntala este hecho en Lo que el pantano se llevó. La iglesia de Villanueva de las Rozas es un testigo en la inmensidad del pantano del Ebro. Andrés se sirve de esta señal para localizar el hogar que le arrebataron las aguas cuando era un niño. Franco le arrebató a su familia. Eran los Díaz. El padre fue encarcelado por insurrección, simplemente, por defender los derechos de su familia.
El actual anciano había sido internado en un orfanato a 600 kilómetros de Reinosa, le cambiaron de nombre y de apellido. Imagina que su hermana y hermanos sufrieron el mismo castigo. Se ha pasado la vida en búsqueda de la familia perdida.
Los miedos corroen más que las inundaciones, Iris, la esposa de este buen hombre, le ha empujado a un viaje a sus orígenes que él se resistía a hacer.
Allí, la Torre cumple su misión, como si se adentrara en las aguas por la escalera enrollada del campanario, el narrador penetra el mundo que le habían arrebatado: agradable y terrorífico. Después, los dos hermanos que quedan vivos, encuentran la paz que habían buscado durante una vida atormentada.
Narrativa tan impactante como la historia contada. ¡Carlos, siempre fiel a la escritura que defiende los Derechos Ciudadanos!
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