Han perdido la oportunidad de inventar nuevas Ferias en sus ciudades: más cerca de la gente, más generosas, más individuales, pero más generosas y humanas.
Como si se tratara de una competición del hacer de los municipios en verano, por ofrecer a sus vecinos la mejor Feria y Fiestas de la comarca, dentro de lo selecto y lo prohibido por el contagio, surgen planes de espectáculos a medio gas en cuanto a actividades destinadas a edades varias. Eso, lo de fardar de Ferias, con envidia de niños, siempre se hizo, además ahí está la fama como prueba en ciudades como Málaga, Albacete, Daimiel, Puertollano, etc.
Pero hay poblaciones que no se mojan nada: algo de música por aquí, unos toros por acá, algo de infantil por allá, algo consumible por acullá… La creatividad relacionada con lo que podrían haber sido unas estupendas fiestas municipales en muchos lugares ha brillado por su ausencia, y eso que las buenas ideas hubieran sido bien recibidas por los tristes pueblos pandémicos, para cumplir con la estación festiva, con la mayor alegría apenas recuperada.
Ante lo visto, los gobernantes y organizadores de festejos populares han perdido la oportunidad de inventar nuevas Ferias en sus ciudades: más cerca de la gente, más generosas, más individuales, menos participativas quizá, pero más personales y particulares, menos festivas, pero más generosas y humanas, con buenas ofertas en lo gastronómico, en lo artístico, en lo solidario, en la religiosidad, en el protagonismo del pueblo… Y no pensando en el ahorro de tiempo, esfuerzo, trabajo y presupuesto.
Da la sensación que la alegría iniciada por los Gigantes y Cabezudos, si es que aparecen en muchos sitios, se viera aminorada por recortes municipales genéricos que a todos vienen bien en un ayuntamiento, desde el primero que nos coge el teléfono en las concejalías, hasta el último personaje festero del pueblo,que baila al son de la música directa o enlatada. Y eso que antes un ayuntamiento en fiestas era un hervidero de gracia rural, ilusión gigante infantil, ysonrisa de mayores que, ¡anda que no han pasado tristeza en los dos últimos años con pérdidas de amigos y familiares!
Y así se están desarrollando las “ferias no ferias” en muchas ciudades y pueblos. Cada cual las entiende a su manera. Con sus duelos, sus locuras y botellones. Unos se pasan de rosca. Otros las critican. Las colas y citaspor teléfono y las visitas controladas se multiplican,llegaron para quedarse. Es difícil que la fiesta corra con alegríasin una triste Guía de Fiestas donde quede anotado lo festivojunto a lo que se hizo y no se hizo en años de pandemia, en plena Feria.
La frase “estamos en una pandemia” se escucha sobre todo en medios de comunicación. Sin embargo, los abrazos y la juerga andan siempre invitados a las fiestas de otros. Algunos tímidamente, comienzan a utilizar espacios, unos pocos ya lo hacían descaradamente desde hace meses. Se pasa de no respetar mascarillas, (lío nacional y comunitario que nadie entiende), a organizar discotecas de escándalo y botellones permisivos indiscriminadamente. Ferias raras son estas de 2021.
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