Una de las virtudes de la ciudadanía española es que desborda cultura por sus siete costados; uno de los defectos de la ciudadanía española es que le gusta aparentar que desborda cultura por sus siete costados.
Angustia Teresa odia todo aquel programa pervertido por la `prensa rosa', término tan significativamente machista como piropeado por Tomás Alberto; sin embargo, no halla dilema alguno a la hora de invadir la tranquilidad ajena con los cotilleos más sabrosos del vecino del quinto.
Aquella tarde era la típica tarde en la que Oviedo se dejaba piropear por la borrasca del oeste; aquella típica tarde en la que el verano se desnudaba sobre la cama de la utopía; aquella típica tarde en la que la única pretensión era tomarse unas cervezas bajo una carpa roída por los rumores que, hacía tiempo, inundaban el garito de cuyo nombre no quiero acordarme.
Antes de que el ECO se hiciera con las llaves del susodicho garito todo parecía funcionar de manera normal, entendiendo normal como: ”Aquello que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano” (Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> 2021.
Sin apenas tiempo para bendecir la mesa, Angustia Teresa, tan impulsiva como impulsiva, apretó con fuerza el asustado cuello de mi camisa y arrastrándonos un par de metros comenzó a abrir camino.
— ¿Sabes guardar un secreto?—susurró tras el escandaloso recibimiento. — ¿A quién le preguntas a mi cuello o a mí? — respondí asustado. Sin esbozar sonrisa alguna, Angustia, que por estar ociosa se metió a chismosa, clavó su mirada en el incipiente grano de mi nariz. — Lola, la prima de Encarna, va diciendo por ahí que eres incapaz de alcanzar una erección desde que te vacunaron con AstraZeneca. —Pero, ¿quién es Lola?— me atreví a preguntar. — La prima de Encarna—exclamó frunciendo el ceño.
Angustia Teresa pertenece a una asociación delictiva denominada “Espacio Celoso Omnímodo“ cuyo objetivo final se reduce a esparcir rumores sobre toda aquella persona que se tercie en el espacio habitado por sus acólitos. Esta asociación está formada por cuatro miembros: Lola, la presidenta; Fernando Carrasco, el secretario general; Tomás Alberto, el vocal; y la ministra de comunicación, Angustia Teresa.
En el caso de que usted quiera obtener una membresía en ECO se le exigirán dos requisitos: conseguir la invitación de uno de sus miembros y jurar la Constitución de los intrusos. La Constitución de los intrusos, que por ser unos artículos entregados por Angustia a los componentes del ECO debería llamarse carta otorgada, toma como base una columna vertebral en la que se apoyan seis artículos y un único título. Por su brevedad será expuesta a continuación. TÍTULO I De las condiciones que rigen la membresía al ECO CAPÍTULO I Principios generales
ART.1 Todo socio/a del ECO se halla bajo el compromiso de divulgar aquella conversación que, como secreto, le haya sido revelada. ART.2 El volumen de la inflación del murmullo será alimentado por otro murmullo. ART.3 El ECO garantiza la entrega de un amigo o amiga a cada uno de sus miembros con la finalidad de desproteger sus secretos en beneficio de la asociación. ART.4 El fomento del subdesarrollo intelectual, de la investigación en la barra del bar y de la pesca en aguas revueltas serán los principales objetivos del ECO. ART.5 El rechazo hacia los seres humanos reconocidos como vegetarianos deberá ser aprobado por mayoría simple en las Cortes Sociales. ART.6 Será considerada como ilegal cualquier reforma constitucional que no sea avalada por una previa traición o, en su caso, por un contubernio en el que participen la sospecha y el humo.
En resumen, o al menos esa fue mi interpretación antes de abandonar el barco, la ventaja de contar un rumor es que nadie duda de la veracidad del mismo; sin embargo, dentro de lo bueno siempre hay algo malo; lo peor de contar un rumor es la animadversión que se puede crear hacia la vacuna AstraZeneca y, lo más grave, hacer de él algo normal.
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