Me gusta que Alberto Garzón sea el titular del Ministerio de Consumo. Nunca el consumo había quedado tan ridiculizado como con él al frente. No es ningún secreto decir que su fama le ha llegado por sus torpezas y sus meteduras de pata, nunca por sus propuestas y soluciones. Con ministros así no tendrá tregua el ridículo que salpica a Sánchez a diario.
No recuerdo que la extrema izquierda cayera tan baja ni acumulara tanto desprecio como con Garzón, Belarra, Iglesias y Montero al frente de inservibles y regalados ministerios; todas las presuntas funciones de esos pueden gestionarse perfectamente desde una Dirección General, incluso desde un Servicio.
El Ministerio de Consumo --el del chuletón-- ha calculado un ahorro de entre 1.500 y 3.200 euros estableciendo topes máximos a las hidroeléctricas. Proponen fijar el precio, mediante decreto-ley, para la energía nuclear. Uno no sabe si mofarse de semejante barbaridad o ignorar las bufonadas, que es lo que hace Sánchez para no enfrentar a la tropa. El presidente es consciente de que va a tener que dar la cara con las eléctricas. Teresa Ribera no puede con su expresiva cara de susto y sabe que tan pronto como se reúna con Iberdrola, Naturgy y Endesa va a tener que dar muchas explicaciones para tapar su continuada ineficacia y servilismo.
Entre las patadas técnicas de Unidas Podemos, la huida de Teresa Ribera y el orden que no consigue poner Calviño, las divisiones internas dentro del Gobierno se agudizan y la tensión se mastica. Como vicepresidenta primera del Gobierno sabe que ese se les ha ido de las manos, como sabe que los ataques de la extrema izquierda hacen mella en el irrecuperable desgaste político. Eso ha hecho que Calviño se distancie de Ribera. Nadia se ha visto obligada a recular con la subida del Salario Mínimo Interprofesional, lo que le ha debilitado considerablemente, buscando provecho en ello la fullera extrema izquierda.
Hay veces que se desespera por la falta de rigor en las propuestas comunistas de estilo chavista; la tropa ultra es de las que proponen hasta la nacionalización de los saltos de agua y los cangrejos de los embalses. Y, como no podía ser de otra forma, ven la empresa pública para la gestión de la electricidad como una solución al problema que ellos mismos han generado por no saber cortarlo a tiempo.
Un apoyo no desdeñable para Nadia Calviño es Montero, pero no la ‘marquesa’ abandonada y despechada sino la titular de las perras del erario público. La otra Montero, María Jesús, gestora del erario y figura visible de la ruina de la Administración andaluza. La solución no pasa por rebajar el IVA al 10% (también en esto nos engañó) y la suspensión de ese impuesto que grava la producción.
La Comisión Europea tiene sospechas fundadas de que Calviño ha dado dinero de las ayudas europeas a las eléctricas y eso es muy grave; máxime, cuando no pueden destinarse a tal fin, salvo que el Gobierno pretenda quedar como más corrupto de lo que es y le sean congeladas otras ayudas. Los hombres de negro no van a pasar ni una porque catalogan a Sánchez como el fraude en persona, mentiroso permanente, fullero reiterativo, farsante sin reciclar y degenerado tahúr.
Pedro Sánchez no se juega su prestigio porque carece de él, como tampoco está en juego su respeto porque lo ha perdido en la esfera política. Hasta Biden y VonderLeyen le han obligado a la clasificación de los afganos rescatados, tarea a la que todos los demás presidentes han renunciado: el dinero le ciega y embrutece. ¡Pobre mequetrefe!
Donde sí se la juega es en el mantenimiento del comunismo en el Gobierno español y en los pasos en falso que pueda dar con los fondos ‘Next Generation’. Sus habituales errores pueden acabar poniendo en peligro los propios fondos y la recuperación que tanto le asusta. Incluso voy más lejos: puede peligrar hasta su cargo presidencial.
Sánchez ya está abrasado y amortizado, a pesar de no haber aportado nada positivo al país. Ahí están sus obras: pésima gestión con desprecio a la ciudadanía y degüello del escudo social. El álbum de insultos que recibe donde acude no es por casualidad. Juzguen ustedes.
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