En unos días se cumplirán cuatro décadas del 16 de octubre de 1975, cuando el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya dictaminó que al momento de la llegada de los españoles al Sáhara, fijado en 1884, el territorio hoy conocido como Sahara Occidental no era una tierra de nadie, sino que estaba habitado por tribus organizadas que tenían sus propias autoridades.
El 6 de noviembre de 1975, catorce días antes de que Franco falleciera, el rey Hassan II de Marruecos inició la llamada «Marcha Verde» sobre el entonces Sáhara español. Este hecho histórico que aceleró la descolonización de este territorio de 266.000 kilómetros cuadrados.
La maniobra de Marruecos consistió en enviar a 350.000 ciudadanos y 25.000 soldados para reintegrar a su territorio la por entonces provincia española, con el objetivo de que apoyasen y legitimasen la recuperación de su desierto.
«En once días de movilización general, han sido 225.000 los voluntarios de 22 provincias marroquíes los que han hecho escala en Marrakesh», donde han asistido al desfile de los «580 camiones que emprendían entre el delirio popular la ruta del sur», escribió un cronista.
Hassan II aprovechó la crisis política de España en los últimos días del régimen franquista y anuncio que crearía impuestos para sufragar los gastos urgentes de la expedición.
Marruecos llamó a esta acción la Marcha Verde, «porque en las costumbres islámicas el color verde simboliza la paz y la buena voluntad»
Mientras, la Royal Air Maroc (compañía estatal de la aviación marroquí) y su filial, la Royal Air Inter, anunciaban su propósito de inaugurar un vuelo directo entre Casablanca y El Aaiún, «para cuando las circunstancias se normalicen, haciendo siempre hincapié en la histórica fecha del 16 de octubre, en la cual el rey Hassan II anunció su propósito de «liberar nuestro Sahara expoliado».
La integración del territorio saharaui por parte de Marruecos era, a pesar de la lucha del creado Frente para la Liberación de Saguia el Hamma y Rio de Oro (Frente Polisario), liderado por Mustafá Sayed, un hecho consumado, incluso antes de iniciar el camino.
«La marcha no durará más de algunas horas, si se llega a un acuerdo con España de aquí a tres días», declaraba confiado Hassan II. Sin embargo, duró varios días. El 10 de noviembre de 1975, el rey marroquí anunció por fin la retirada de las tropas, asegurando que «desocuparía el Sahara español y retrocedería nuevamente a las antiguas posiciones de Tarfaya».
El objetivo entonces, bajo la presión de aquella Marcha, era negociar los territorios con el Gobierno español: «No hay ni vencedores ni vencidos, sino más bien dos países que abren una nueva etapa en sus relaciones», dijo Hassan II.
El Tribunal Internacional de Justicia de la Haya había dictaminado por entonces que al momento de la llegada de los españoles al Sáhara, fijado en 1884, el territorio hoy conocido como Sahara Occidental no era una tierra de nadie, sino que estaba habitado por tribus organizadas que tenían sus propias autoridades.
El fallo también reconocía que el Sultán de Marruecos ejercía autoridad sobre estas tribus nómadas que deambulaban por este territorio. Hubiera sido absurdo desconocerlo, tanto como desconocer que alguna vez existió un imperio marroquí denominado almorávide(1), gestado en una confederación de estas tribus.
Fundado por la unión de tribus bereberes del Sahara, este imperio extendió su dominio a lo que hoy es España, controlando ambas riberas. Iba desde el valle del Ebro hasta la Mauritania actual (siglos XI y XII) Varias dinastías de sultanes que gobernaron Marruecos en aquel tiempo surgieron del territorio conocido hoy como Sahara Occidental, aunque algunos pretendan ignorarlo.
Lo cierto es que a cuatro décadas de aquellos acontecimientos, el Sáhara Occidental sigue siendo marroquí, y todo parece indicar que tal como lo han señalado reiteradamente sus líderes, lo seguirá siendo hasta el fin de los tiempos.
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