Se supone que esta reseña iba a tratar de “Noches de cocaína”, del siempre corrosivo J. G. Ballard, pero creo que puede esperar una semana más, ya que por esos raros y placenteros momentos que solo te brinda el azar, llegó a mis manos, tal cual mismo Déjà Vu, el libro de uno de los más importantes orfebres de la palabra en lengua castellana, Pere Gimferrer (Barcelona, 1945). Y siendo honesto, pues había leído cosas sueltas de este escritor a quien más de un grande le ha derrochado elogiosos epígrafes.
“Interludio Azul” es un relato breve, que si bien no está en la parcela de la ficción, recoge mucho de ella en cuanto a técnica y estructura, el cual se alimenta en sobremanera del ensayo. Es también la crónica personal del autor de dos determinantes puntos de su vida, ligados en el amor por C., una mujer de la que se proyecta un oscuro y a la vez diáfano magnetismo, que lleva al letrado a verter todos los recursos por los que tanto se le conocen. Estos recursos son utilizados para el énfasis en lo que mejor sabe hacer Gimferrer: escribir del arte y la literatura, de aplicar el bisturí del la sapiencia para ofrecernos frescos realmente condimentados con lirismo apabullante, que seguro más de un lector de poesía debe de gozar, ya que es de lejos lo mejor del libro.
Las menciones de libros, películas y escritores están más que justificadas, y como en esta clase de textos signados por la memoria, no están ausentes los pequeños tributos, abiertos y soterrados, todos estos aspectos obedecen a un por qué, no flotan en el aire, en clara muestra de que “Interludio Azul” es por sobre todo el backstage de un proyecto que viene alimentando el autor a lo largo de los años, el cual deviene en el libro recopilatorio de poesía “Amor en vilo”, del cual se muestran pequeños avances, ya que tanto “I.A.” como ese libro de poesía son una especie de sidecar complementarios, llamados a leerse.
Gimferrer tiene como protagonista un lenguaje sedoso, sensual y altamente subliminal. Como no estamos ante una ficción, ni mucho menos ante un libro de memorias, podemos llegar a descubrir cuáles son los acicates, fobias y gustos del autor que en más de una página se esfuerza por ocultar, pero como buen letrado que es, sabe muy bien cómo mantener la atención del lector, y eso que se trata de un libro breve, pero la brevedad exige más que nunca de una muñeca idónea, consciente de lo que se tiene que escribir, cuidándose del peligroso desborde de sensaciones que, a fin de cuentas, cuando no se les sabe controlar, son los óbices más peligrosos que un texto de estas características puede tener.
“Interludio Azul” es un libro que encierra muchos libros, se presta a distintas lecturas, está llamado a ser diseccionado bajo el control de un prisma que deje sin escondite a los códigos que en este se dan con una facilidad hecha a propósito, pero bien cobijado por la cortina transparente de la sugerencia.
Para ser el primero libro de Gimferrer que leo, y uno de sus últimos de su producción, la experiencia me ha dejado más que satisfecho. No solo porque estamos a un escritor dueño de sus facultades, sino que el talento natural está alimentado por una suerte de insana manía lectora que lo desembalsa en pos de un lector llamado a dejar la pasividad para ser actuante mismo de la narración. Cualidad que solo puede ser vista en quienes tienen la consciencia de que en su cabeza está muy bien asimilada la tradición de la que es deudor y que no contento con eso, es capaz de desprenderse de los recovecos insanos del oscurantismo temático, apostando por la claridad unida a la siempre estimulante y no por ello menos fácil compleja sencillez.
Editorial: Seix Barral.
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