En EE.UU., paraíso de las indemnizaciones legales, se ha puesto un pleito por el cambio climático que han propiciado ciertas empresas al parecer.
En efecto, los abogados de Kivalina, un pueblo costero de Alaska que se ve forzado a mudarse porque se hunde debido al cambio climático en el Ártico, pusieron una demanda en un juzgado federal el pasado martes, argumentando que cinco empresas petroleras, catorce eléctricas y la empresa carbonera más grande del país, eran responsables de la queja del pueblo.
Dice la noticia del New York Times que se trata del último intento de mantener a una serie de compañías como responsables del cambio climático, como BP America, Chevron, Peabody Energy, Duke Energy y la Southern Company, porque emiten millones de toneladas de gases invernadero o en el caso de Peabody, empresa extractora y comercializadora de carbón, por lo que otros queman. Acusan a estas empresas de causar un perjuicio público.
En un inusual supuesto, esas cinco empresas y otras tres demandadas: Exxon Mobil Corporation, American Electric Power y la Conoco Phillips Company, han sido también acusadas de conspiración. Dice la demanda que ha habido una larga campaña de las empresas energéticas para engañar a la gente sobre el calentamiento global. Esa campaña ha contribuido al perjuicio público, convenciendo a la gente de que el calentamiento global es un proceso natural cuando no lo es, dice la demanda.
Kivalina es un pueblo inuita –indígenas del Ártico– de 400 habitantes, situado en el arrecife entre el mar de Chukchi y la desembocadura del río Kivalina, con una extensión de 10 Km.2, de los que casi la mitad es agua. El pueblo está siendo golpeado por las olas que en la épocas más frías eran frenadas por el mar helado, según la demanda. El resultado del aumento de los daños producidos por las tormentas es un problema de erosión masiva que pone a las casas y todas las edificaciones en un inminente peligro de caer al mar, afirma la demanda.
El coste estimado de recolocación del pueblo es de unos 270 millones de euros, según la demanda. Hace años, el pueblo ya se había cambiado de lugar por la misma razón.
Algunos abogados del caso habían participado ya en el largo pleito contra las compañías de tabaco americanas en 1990. Pero las trabas ahora pueden ser mayores que en aquella guerra contra el tabaco. El calentamiento global es un fenómeno mundial difuso; un caso de perjuicio público bien enfocado requiere que el comportamiento de los demandados esté directamente unido al daño producido.
Lo cierto es que durante años la normativa legal sobre el perjuicio público ha sido utilizada para redireccionar aquellos asuntos que no lo fueron directamente por la actividad política. No es fácil que un tribunal admita que lo que hacen determinadas empresas y lo que estuvieron haciendo durante años sea una sinrazón y haya generado un perjuicio público.
Nos hallamos ante una nueva forma –en este campo del calentamiento global– de obtener un modus vivendi sobre toda esta cuestión. A nadie se le escapa que el fin de este pleito sea el enriquecimiento de algunos abogados con determinada forma de ver este mundo, aunque la finalidad inmediata sea la reparación de las condiciones de vida de los habitantes de Kivalina que no son culpables de que un ascenso temporal de las temperaturas en su región, haga peligrar sus viviendas.
Puestos a denunciar empresas que contaminan, podrían los abogados de esta demanda haber incluido a algunas que flagrantemente y sin lugar a dudas, han contribuido a contaminar la atmósfera del planeta, como la central nuclear de Chernobil, pongamos por caso. Pero no, han demandado únicamente a empresas americanas, pues en otro caso se dispararían los costes del pleito que a buen seguro no sufragan los 400 inuitas de Kivalina y las comisiones rogatorias eternizarían el pleito.
Da que pensar que en lugar de solicitar Kivalina ayuda a Kotzebue, capital del condado de Northwest Arctic Borough al que pertenece, o al propio estado de Alaska, se enfrasquen en un pleito de semejante naturaleza. También pudiera ser que lo hubieran hecho y se les hubiese denegado tal ayuda, alegando que cuando se fundó el condado el 2 de junio de 1986 ya se advirtió a los habitantes de Kivalina la fragilidad de su estructura urbana y que debían modificar su localización, pues ciertamente se encuentran en un enclave de increíble belleza ártica, pero de suelo muy inestable.
Aunque la duda está en que, como dice la demanda, los demandados engañaron a la gente. ¿Pero han aconsejado bien los abogados a sus clientes en este caso? ¿Han evaluado la duración del pleito con la acción de las tormentas en Kivalina? ¿Accederán los demandados a un acuerdo transaccional de manera que contra la retirada de la demanda indemnizaran a los inuitas para cambiar sus casas de lugar? ¿Creará eso un precedente y cuando supuestamente hayan de subir las aguas de los océanos por el calentamiento global, todos los afectados del mundo reclamen a estas empresas? Tengo mis dudas. Y mucho lo sentiré por los habitantes de Kivalina, como por todos aquellos que en alguna parte del mundo son víctimas de los fenómenos de la Naturaleza.
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