Durante los últimos días, con el tema de Afganistán, hemos podido apreciar que es interesante observar que el islamismo se alimenta de una corriente de islam que no subraya la religiosidad, la relación con Dios, sino sus leyes. De hecho, algunos estudiosos han señalado que esta forma de entender el islam es en realidad una forma de "agnosticismo piadoso", porque reduce la experiencia religiosa en una forma de moralismo o de legalismo, que se concreta en la obligación de que las mujeres lleven velo o burka, o que los hombres usen barba larga.
No obstante se puede recordar que el fanatismo no es consecuencia de una religiosidad auténtica, sino precisamente lo contrario.
Nuestras democracias sólo serán maduras, como recordaba el filósofo agnóstico Jurgen Habermas, si incorporan la aportación sustancial de las grandes tradiciones religiosas. Es el concepto de laicidad positiva que acuñó Benedicto XVI y que sigue siendo una asignatura pendiente.
|