La Ley de Cambio Climático, recientemente aprobada por el Congreso de los Diputados, establece que para 2050, no circularán coches de combustión en el territorio nacional. Para cumplir este objetivo, el Gobierno se ha propuesto llegar a un parque de 5 millones de coches eléctricos para el año 2030, una previsión que, para cumplirse, necesitará que la venta de vehículos eléctricos aumente un 13.500%.
“Me parece un objetivo difícil de conseguir”, señala Manel Montero, director general de Grupo Moure, quien explica que según datos de la DGT en el 2020 se han matriculado un total de 36.948 vehículos eléctricos, mientras que entre vehículos diésel o de gasolina se llegaron a matricular 1.253.538 durante todo el ejercicio. Estos datos muestran, según el experto “un aumento considerable de la compra de vehículos eléctricos”, que crecieron un 27% entre 2019 y 2020.
Este aumento, aunque importante, no es suficiente para cumplir los objetivos de la ley. Además, el experto alerta de que los fabricantes siguen comercializando vehículos de combustión, que tienen una vida media de 10 años. “Esto significa que cuando se prohíba la venta de coches de gasoil, estos seguirán existiendo durante al menos diez años”, señala.
Dudas con el coche eléctrico
Montero explica que existen una serie de condicionantes que hacen que las perspectivas de ventas sean “poco realistas”, más allá de los números. “Los vehículos eléctricos siguen siendo más caros que los convencionales, y con un gran problema para sus compradores, que es la autonomía que tienen respecto al vehículo tradicional”, aunque matiza que “es una cuestión de tiempo” que se solucionen estos inconvenientes.
Precisamente por eso, Montero apunta que “vamos a una tendencia con diferentes actores, gasoil, gasolina, eléctrico, hidrogeno, gases licuados o diésel sintéticos” y que la movilidad del futuro “pasará por vehículos de energía alternativa”, pero que, para alcanzar esta situación “no se puede diabolizar el vehículo de combustible fósil”, ya que, recuerda el experto “seguramente los próximos años el 80% del parque serán coches diésel o gasolina”.
Por ello, el experto apuesta por “trabajar conjuntamente con la industria del automóvil” para ayudarlos en conseguir bajar los precios y que mejoren sus capacidades técnicas y así poder acelerar la presencia del vehículo eléctrico.
Movilidad en las ciudades
“Quizás sería mucho más interesante crear unas leyes y que los gobiernos se marquen unos objetivos de mejora de las infraestructuras, sobre todo en las ciudades, donde la movilidad eléctrica podría ser mucho más fácil de instaurar y tendría una mayor lógica”, reflexiona Montero, quien ve “más realista” la adaptación de los vehículos eléctricos a espacios urbanos.
El experto argumenta que, dada la necesidad de las ciudades en reducir el consumo de energía, “se tiene que potenciar y facilitar los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público, y optimizar los desplazamientos en vehículo privado”. Por otro lado, Montero llama a la Administración a desarrollar políticas y tecnologías “que hagan más eficiente la movilidad”. El experto opina que “Ir a trabajar no es una cuestión privada de cada uno de nosotros”.
¿Habrá una Guerra del Motor?
Por todo ello, el experto considera que los vehículos de motor “tienen todavía mucha vida por delante”. Montero alerta de que, para acabar con la comercialización de los vehículos de gasolina, se debe “luchar contra una de las industrias más grandes del planeta, que es toda la que rodea los coches de motor de combustión interna, con márgenes pequeños y con grandes compañías petroleras sobreviviendo a su alrededor”, con las dificultades que esto conlleva.
“Muros más grandes han caído”, reflexiona el experto, quien añade que “la industria automovilística configurada alrededor del motor de combustión interna es muy fuerte”, destacando su presencia en Europa.
Montero cree que la industria automovilística es técnicamente capaz de superar los retos que marquen los gobiernos para evolucionar hacia movilidades alternativas, pero considera que “llegará un momento que plantará batalla y exigirán a los Estados que estén vinculados los objetivos de la industria en la reducción del CO2 con el compromiso de estos para dotar de infraestructuras la red”. “Eso no pasa únicamente por hacer mancha con cargadores eléctricos. Se tienen que crear infraestructuras lo suficientemente potentes para que esos cargadores puedan proporcionar electricidad”, añade el experto.
|