«¿Y él en qué trabaja?». «Él es bailarín (pintor, o lo que sea)». «Si, si, ya lo sé, ¿pero, en qué trabaja?». Es interesante como hubo un tiempo en donde el arte no se consideraba un trabajo real, similar a ser empleado de un banco, una tienda o ser chef, arte culinario; ahora ese tema, en gran parte, ha sido saldado gracias al surgimiento del internet y las redes sociales.
La diversificación de las posibilidades, tanto de estudio como de compra y venta, ha originado un auge de nuevo artista que en otros tiempos hubieran sido persuadidos a seguir una carrera con mayor ingreso futuro. Combinando visiones se puede decir que el ser artista es tentador, llama la atención. Primero, la visión propia como artista está llena de orgullo, se siente bien vivir en un mundo propio, conocerse y explorar la parte que nos hace humanos, la creatividad. Seguido a esto, podemos decir que la visión actual de los artistas ha cobrado relevancia a partir del romanticismo, la visión del genio-artista, aquel que ve el mundo distinto, sin embargo, en la actualidad aquella percepción idealizada se ha llegado a confundir.
Se cree que los artistas vivimos dentro de una burbuja inmaterial que se alza sobre los demás seres, o, por lo menos, muchos creen que nos autopercibimos de ese modo; esto se debe a que algunos pseudoartistas han aprovechado la visión legada del pasado (del arte por el arte, el vivir por y para el arte) para justificar su propia irresponsabilidad; no falta quien se dice artista para no hacerse cargo de sí mismo, para vivir del duro trabajo ajeno (parejas o padres), no me extraña que muchos críticos le hayan echado la culpa a la visión del genio-artista, cuando lo que ven son jóvenes que prorrogan la estancia con sus padres para poder usar con total descaro el poco dinero que consiguen en un estilo de vida sin límites; aún si consiguieran dinero con la obras que simulan crear, su estilo de vida no cambiaría, los excesos son comunes en el mundo artístico, al igual que los suicidios.
Todo esto ha llevado a los filósofos a afirmar que dentro de la historia del arte se debe dar más hincapié a los trabajos secundarios que a los amoríos extramatrimoniales de los poetas y pintores; estoy de acuerdo en que con quien se acuesta alguien tiene poca relevancia en la mayoría de los casos (para analizar la obra de Picasso es necesario conocer a las mujeres que formaron parte de sus vidas y sus cuadros), aun así, creo que se entiende el punto, se enseña que es bueno no hacer nada más que cantar, bailar o escribir, da igual que los suyos estén descuidados; sin embargo, creo que la crítica se dirige más a la sociedad en la que vivimos, dominada por el culto al sexo, así como, al exaltamiento del poco esfuerzo.
El arte es un oficio como cualquier otro, muchos artistas dignos del nombre, son responsables con su propio trabajo, cada día luchan por pulir su visión y la forma de trasmitirla, y si no podemos llegar a fin de mes tenemos la responsabilidad de buscar trabajos secundarios que nos permitan mantener a nuestras familias y tiempo para estar con ellos; a los más pequeños se les debe transmitir una idea distinta del mundo artístico, una visión alejada de la moda del dinero y lo banal de la farándula.
El arte no es fácil ni inmediato, es mágico y trascendente, solo con el esfuerzo conseguiremos el placer que viene luego con mucha más fuerza, la emoción que perdura más allá del frágil deseo del aplauso. Vivir por y para el arte se aleja de la irresponsabilidad, es semejante, por ende, a una visión distinta del mundo, una visión propia que se hace patente en la propia obra del verdadero artista.
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