Desarrollamos una jornada legendaria que coincide con el sendero PR-TE-102. Anduvimos por la quebrada de la Cantalera, formada por el desigual fluido del río Sus en su discurrir hacia el Río Martín. La banda más prodigiosa es el recorrido por donde el sendero se introduce en el despeñadero. Allí descubrimos diversas abrazaderas y cuerdas que nos ayudaron a ascender.
Bien, hospedamos el coche en la hidalga villa de La Hoz de la Vieja (Teruel), y emprendimos el recorrido siguiendo las pintadas blancas y amarillas que nos condujeron durante toda la jornada. Al abordar la entrada del desfiladero divisamos una extraordinaria cascada formada por un azud a donde se dirigía el liquido al "Molino Bajo". Allí abordamos la subida por la sorprendente ladera. Durante la pateada disfrutamos de un esplendido y delicado decorado del desfiladero.
Gradualmente, la quebrada se fue abriendo a la par que descendimos a la vaguada. Sobre todo, hacia un agrandamiento donde se blande una admirable paridera entoldada por unos formidables chopos cabeceros. Deambulamos por el borde del río cruzándolo en diferentes oportunidades; acompañados por el candor de las aladas divas y el seductor sonido del río.
Después de 8 kilómetros, abordamos de modo solidario el admirable poblado de Josa, a sus cordiales pobladores y su posada. Después de departir con ellos, nos mudamos a La Hoz de la Vieja por sus admirables sendas. Sucedimos por unas extraordinarias bordas y regadíos, disfrutando en toda la jornada de un prodigioso medio. Después de una prudente distancia, divisamos al otro lado de un collado el distintivo del Castillo de La Hoz.
El sendero desciende por un descolgadero para anudarse con una senda que vadea una frondosa arboleda. Desde allí nos descolgamos por la senda que desemboca en el nudo de partida. Y para saldar el día, deambulamos por el poblado y tomando unas bebidas dialogando con sus agradables pobladores, dimos por concluida nuestra dichosa zapateada.
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