En el mundo de la empresa y los negocios se está produciendo una pequeña revolución que está cambiando muchos de los esquemas válidos hasta el momento. Si al hecho de que el planeta está más globalizado que nunca añadimos circunstancias recientes como el auge de la digitalización y las nuevas formas empresariales que han venido marcadas por la pandemia mundial, es fácil observar que el cambio ya se ha iniciado y ha llegado para quedarse. Son muchos y diversos los aspectos que delatan esa transformación. La velocidad de estos cambios es trepidante y para sobrevivir hay que ponerse al día en las nuevas tendencias empresariales que ya han comenzado a caminar. Una de las herramientas que puede influir más positivamente en el rumbo y competitividad de las empresas es la responsabilidad social empresarial.
La responsabilidad social corporativa es una forma de gestionar el negocio que contribuye a mejorar y fomentar aspectos tan relevantes como los valores éticos, el medio ambiente y el compromiso y buenas prácticas de la empresa hacia sus empleados, hacia la comunidad local y, en general, hacia toda la sociedad. Son acciones voluntarias que buscan una repercusión positiva y beneficiosa para el conjunto de la sociedad.
Todo esto también repercute de forma directa y beneficiosa sobre la empresa que decide incorporar todas estas consideraciones éticas, medioambientales y comprometidas con el entorno, ya que recibe un evidente aumento de su reputación que la convierte en una organización mucho más competitiva y en una marca mejor valorada por clientes, proveedores y empleados. De esta forma, proyectando una imagen de empresa comprometida que huye de caer en malas praxis, también se evita la publicidad negativa y se tiene al empleado como aliado, debido a que deja de ver el trabajo como una pesada carga para apreciarlo como un medio de desarrollo personal y profesional y un escenario con el que se siente identificado, aumentando, en consecuencia, su motivación y productividad.
La responsabilidad social empresarial y su fomento de una correcta gestión de la compañía, basada en líneas de ética y buen clima laboral, también es un elemento que consigue atraer la confianza de los inversores y facilita el camino para que la empresa reciba el apoyo del gobierno y las administraciones locales a través de subvenciones, ayudas y diferentes apoyos, además de abrir la posibilidad de una contratación pública.
Ahora, con la entrada de 2022, ya pueden trazarse las líneas que se apuntan como tendencia empresarial para los próximos meses. Son acciones puntuales que la compañía puede desarrollar en diferentes ámbitos, como el social, el económico o el medioambiental:
- Compromiso con los empleados. Creación y fomento de un buen clima laboral
- Adaptación para incorporar la descentralización y el teletrabajo. Digitalización y refuerzo de la ciberseguridad
- Diseño y materialización de objetivos de desarrollo sostenible que desemboquen en el cuidado del entorno y, en general, del planeta
- Involucrarse de forma directa en causas sociales y humanitarias. Colaborar con ONG
- Transparencia y responsabilidad fiscal
- Apostar por la diversidad. Convertirse en empresa inclusiva. Eliminar la discriminación
Sin duda, en la sociedad del siglo XXI es de vital importancia la implicación de las empresas en aspectos tan importantes como la lucha contra la desigualdad, la preservación del medio ambiente, la sensibilización ante causas humanitarias o las buenas prácticas en la gestión y el empleo, acciones que, además, revierten positivamente sobre las compañías.
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